Cd. de México.- Contrario a los exóticos gustos que suelen tener los narcotraficantes, los Arellano Félix tenían un gusto sofisticado.
La mansión del fraccionamiento Club de Golf Santa Anita en Tlajomulco de Zúñiga, era muestra de ello. Construcción de mil 230 metros cuadrados que ofrecía la tranquilidad de estar ubicados en un complejo privado que cuenta con perímetros totalmente bardeados, caseta de vigilancia 24 horas, casas separadas y extensas áreas verdes que incluyen dos parques y 16 hectáreas de bosque.
La construyeron entre 1985 y 1989. Por el terreno rústico de 2 mil 156.99 metros cuadrados, Francisco Rafael pagó 970 mil pesos. Posteriormente, éste vendió la propiedad, con mansión incluida, a su mamá, en 1989.
En la demanda promovida ante el Juez Raymundo Cornejo Olvera, Alicia Félix acusó a la PGR de violentar sus derechos por el decomiso de la mansión, pues en más de 20 años nunca probó que la compra se hiciera con recursos de procedencia ilícita. De esa manera, tras ocho meses de análisis, el Juez ordenó la “inmediata devolución” de la mansión a la familia Arellano Félix.
Sin trabas legales de por medio, y con la ratificación de tres magistrados federales, Alicia y familia contrataron los servicios de empresas dedicadas a la venta de bienes raíces que ofertaron la mansión a través de sus páginas de clasificado.
Lo que quedó en evidencia, con la devolución de la mansión Arellano, es que por una “omisión” de la PGR las pruebas del lavado de dinero se desvanecen. La venta de la mansión de Tlajomulco de Zúñiga es la llave que el cártel necesitaba para pelear sus bienes y seguir con el millonario blanqueo de dinero que comenzó vace varios años, cuando la madre del clan mafioso le hizo un desesperado pedido a una Juez de Guadalajara
