El recuento de la memoria histórica de los movimientos sociales que azotan la vieja Europa, pero con una memoria tan corta que esta semana le dedicaré mi columna en especial a este movimiento que nunca se fue, siempre ha estado, y aunque muchas veces se ha tratado de ocultar su resurgimiento como tal, se encuentra con vida, lejos de pensar que puede desaparecer. Tan sólo en el año 2012 en Berlín, cercanas la elecciones regionales de septiembre, apareció un póster de campaña con la significativa frase “DALE GAS”; la imagen mostraba al líder Udo Voigt montado en una moto de gran cilindraje, y en la cual exhortaba oficialmente a motivar a la juventud a ir hacia adelante. Había que ser muy iluso para creerlo: se buscaba sin duda evocar al fantasma de las cámaras de gas y de la Aktion T4, esta evidente asociación indignó a muchos.
¿Quiénes son ellos? Los Neonazis, quienes enarbolan banderas con una gran franja roja horizontal en el medio y dos blancas y finas a los costados. En el centro, un círculo con borde dorado y fondo negro alberga las iniciales color blanco de NPD.
Son los miembros del Partido Nacional Demócrata de Alemania, una denominación que más allá de los colores, nada dice de la ideología que profesan. Cabezas rapadas, con tatuajes sobre el afeitado cráneo, o con boinas militares, completan la estética que anuncia que cuando sean gobierno, construirán un tren subterráneo que lleve de Jerusalén a Auschwitz.
La historia de este partido se remonta a mucho antes del año 2000: en el 2003, las autoridades alemanas intentaron declararlos ilegales, pero el proceso se derrumbó cuando los jueces comprobaron que los testigos con que ellos contaban, supuestos miembros de la conducción del partido, eran en realidad, agentes del servicio secreto germano infiltrados en la organización neonazi. Desde entonces, todo fue ganancia para un partido que se propone restaurar el Tercer Reich en Alemania.
El NPD cuenta con más de siete mil afiliados, cifra que no parece significativa, pero lo que le ha permitido sobrevivir a este partido es la caída a finales de los 90’s del poder adquisitivo de los trabajadores alemanes debido a la política neoliberal y el congelamiento salarial, ganando así terreno entre el descontento social. Después de la globalización y la crisis económica, lograron que el NPD fuera ganando asientos en los parlamentos regionales.
Conducido desde 1996 por Udo Voigt, un ex militar ultranacionalista, el partido cuenta con una sede regional en Jena, en la que almacena imágenes de Hitler y de sus principales colaboradores. El NPD responsabiliza a los inmigrantes por la supuesta decadencia alemana, pero lo peor de su furia se descarga contra los judíos. Los consultores de opinión vaticinan que si los efectos de la crisis económica llegan a sentirse con mayor fuerza, como parece que ocurrirá, los neonazis ganarán en las urnas sus primeros escaños nacionales; en tiempos electorales, desaparecen los “cabezas rapadas” que los apoyan y son señores muy formales de traje y corbata quienes difunden las propuestas del partido, por supuesto, mucho más matizadas que en las marchas callejeras, pero el mensaje es muy llegador para el sector laboral en Alemania: “Inmigrantes que si no roban puestos de trabajo, como en Grecia o España, al menos colaboren ajustándose a la baja los salarios”, “banqueros sin escrúpulos que se apropian de la mayor parte de la renta que genera la sociedad”, “empresarios que maximizan las ganancias exigiendo cada vez mas productividad a sus trabajadores”, “políticos sometidos a las órdenes del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del Banco Europeo”.
El NPD cuenta en la actualidad con escaños en dos de los 16 parlamentos regionales. Tiene unos doscientos veinte ediles en los consejos municipales y espera consolidar su poder político en una serie de elecciones regionales y municipales de este año.
Una situación que realmente preocupa a la vieja Europa, que hoy recoge viejas banderas, llevando como estandarte las luchas sociales de las clases trabajadoras y de jóvenes, principalmente, que ven en esta opción política una salida a la falta de oportunidades de desarrollo social y económico. Hoy ya no son grupos de terroristas, ya son partidos políticos que se encuentran en las boletas electorales, y con los mismos derechos que cualquier otro partido, llámese de izquierdas, de centro, socialdemócrata, democrata-cristiano, o derecha; el neonazismo crece a pasos de gigante en Europa, que claramente esta perdiendo el rumbo. Así lo veo yo desde las gradas ¿y usted?
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