Son muchos países en el mundo que aplican el programa de cambio de horario en sus territorios con la finalidad de generar ahorro de energía aprovechando los potentes rayos solares; el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León reafirma ese compromiso y lo instituye a nivel nacional; de entrada se veía como una aspirina para que el pueblo mexicano ahorrara en el consumo de electricidad, creímos que se vería en el recibo de luz cada bimestre, pero para nuestro infortunio la realidad rebasó a la buena idea.
Cada vez que llega el momento de cambiar el horario, una hora menos o una hora más, es la misma historieta: niños llorando por exigirles que se ajusten al tiempo, y los mayores, con dolores de cabeza porque todavía no entendemos para qué ha servido todo ese tormento de cambiar el horario.
Dicen los sabiondos que nos gobiernan que México ha tenido un formidable ahorro en la producción de energía, pero a la población la siguen haciendo pedazos, una porque los recibos de la única empresa que nos provee electricidad -el monopolio llamado Comisión Federal de Electricidad (CFE)- se da el lujo de cobrarnos lo que se les ocurra, y será coincidencia o mala fe, pero cada vez que cambian el horario, el recibo por consumo de luz llega un 8% mas arriba, y es ahí donde salta la pregunta: ¿Para quién es el beneficio de toda esa lindura?
Se supone que al haber ahorro por ese concepto, se debe compartir con los usuarios cosa que nunca sucede; el papi gobierno, como el azadón: todo para ellos nada para el pueblo. La otra es el daño psicológico que sufrimos todos cada vez que viene el cambio, apenas nos estamos acostumbrando a un tiempo y viene el otro, a leguas se ve que todo esto ha sido un rotundo fracaso que el Gobierno federal se niega reconocer. El horario de verano está sujeto a la corrupción gubernamental, y se ha convertido en una patraña sin fundamento real para el ahorro de energía.
El Presidente de la República, el reformista Enrique Peña Nieto, puede revalorar toda esta porquería que significa el horario de verano; una, que bajen los cobros abusivos de la CFE, y otra, que desaparezca lo que es perjudicial para los mexicanos y mexicanas, él ha dicho que hará de las instituciones verdaderas herramientas para servir, pero de palabras huecas ya se llenó el tenate.
Este domingo 27 de octubre, nuevamente nos obligan a entrar en ese agujero del tiempo. Total, una hora no es nada, y nada es una hora, pero nada más de pensarlo ya me duele el bolsillo para pagar la luz y la cabeza por forzar mi organismo a lo que no quiere. Lo que no sirve… ¡Que nos dejen vivir en paz!
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