
De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba.- El ex coordinador de Comunicación Social y actual orquestador de una guerra sucia desde las redes, Ramón Méndez López, es el reflejo de una clase política decadente que aún pretende manipular la opinión pública desde las sombras.
Méndez fue dado de baja por corrupto y por favorecer a sus amigos mientras ocupaba el cargo; además, la síndica con licencia Vania López González, lo denunció por una campaña cobarde y sistemática de difamación en redes y medios digitales, desde su portal Radar es Noticia. El Tribunal Electoral de Veracruz le dio la razón a López González.
No es un hecho aislado. Su historial de ataques incluye a Nayibe Sacre, de Movimiento Ciudadano, a quien también intentó silenciar a través de ataques personales. La constante: usar la comunicación como trinchera para el golpeteo político, porque eso es Ramón Méndez, un sicario mediático, no un periodista.
Lo más repulsivo es su cinismo. El mismo que hoy grita contra la corrupción, fue secretario particular del ex funcionario panista Gerardo Buganza, a quien acompañó no sólo en sus cargos públicos, sino también en sus aspiraciones políticas. Desde ahí, desde el corazón mismo del poder, accedió a información privilegiada, a recursos, a beneficios. Era parte del sistema que hoy ataca, pero no por convicción, sino por conveniencia.
Méndez no sólo es cómplice de los vicios del pasado, sino que los aprendió, los perfeccionó y hoy los comercializa. Su falso periodismo no busca informar, busca extorsionar. Su activismo en redes no busca justicia, busca rentabilidad política. Por eso no sorprende que, tras su paso por el gobierno, haya hecho de la calumnia su forma de vida, utilizando incluso un perfil falso en redes sociales –“Fernando Ríos”– para seguir atacando a sus objetivos políticos.
Y como buen mercenario, hoy se vende al mejor postor. Defiende a quienes lo contraten, sin importar si son señalados por corrupción, vínculos con el crimen organizado o abuso de poder. Vende notas para proteger al alcalde de Fortín, Gerardo Rosales Victoria; al facturero del crimen organizado, Manuel Alonso Cerezo; y a Leticia López, que se hace pasar por “periodista”, pero es ampliamente conocido en círculos políticos como un extorsionador, un operador que actúa como vil sicario de poca monta, y que lo mismo se arrodilla, que traiciona.
Ramón Méndez representa lo peor del viejo régimen disfrazado de comunicador. Un oportunista que jamás ha estado del lado del pueblo, y que jamás ha defendido una causa justa.
