El PRD fue esperanzador y la posibilidad de obtener un partido de izquierda seria. Pero si sus creadores, encabezados por ex priistas, tenían ideales democráticos, pronto se rodearon de cabecillas y resentidos sociales que aprovecharon la oportunidad de arropar sus arcas personales. En el DF la corrupción ha sido desmesurada. Entran delegados pobres y salen prósperos mercaderes. Es, por añadidura, una plataforma para intentonas presidenciales.
Pero si el ex priismo original, encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez, entre otros de digno historial, había principios y finalidades de alta política, en los que surgieron a borbotones de las coladeras no había grandeza ni aportación social. El PRD llegó a donde está por el peso de Cárdenas. Su triunfo apabullante en el DF mostró su dimensión y el rencor de toda una ciudad hacia el PRI. Asimismo puso en cada delegación y en la Asamblea capitalina a personajes de nula cultura política necesitados de riqueza. El PRD era un mal necesario para ser contrapeso de una fórmula centro-derecha, PRI y PAN, a veces imposibles de diferenciar. Disfrazado de “izquierda”, nadie ha logrado descifrar su proyecto político-económico. Algo es obvio: la izquierda actual, con el éxito de la globalización capitalista, no puede ser comunista o anarquista. Marx y Proudhon están en el anaquel de las utopías memorables. Ninguna ha cuajado. No logramos transitar del socialismo utópico al socialismo científico. Seguimos en la prehistoria, diría el primero. En todo caso hay que replantear el pensamientos de los mejores filósofos políticos del mundo y buscar para nuestros tiempos una correcta ideología, acorde a un tránsito distinto del planteado en términos de revolución radical. ¿Cómo llegar al nuevo hombre si todos los países están dentro de la lógica consumista y las contradicciones parecen naturales? No es difícil escuchar que el capitalismo nace con el hombre cuando sabemos que, como el Estado y la propiedad privada, son una invención perversa que eliminó al comunismo primitivo. Pero eso es especular. Deben crear un partido de izquierda, lejos de personajes siniestros como Manuel Camacho, Marcelo Ebrard, El Pino, Guillermo Sánchez Torres, Higinio Chávez, Víctor Hugo Romo y demás que sin valores éticos, contribuyen seriamente a desprestigiar a la izquierda que sí ha tenido valor para transformar el rostro de algunos países.
Cárdenas, como todos, es un político de claroscuros, pero predominan sus aspectos positivos. No es corrupto y ha contribuido al proceso democrático del país. Ha declarado que no le interesa el PRD. ¿Entonces? Imposible otra candidatura presidencial, su tiempo, como el de López Obrador, ya pasó. Su tarea final podría ser la creación de un partido con clara ideología, valores y proyectos que lo coloquen dentro de una tesitura que analice con detenimiento los grandes problemas nacionales y tenga para ellos una solución avanzada.
La decisión de AMLO de ir por su propio rumbo y siguiéndolo los políticos más turbios del país, dejan al PRD de muchas maneras en posibilidades de ser lo que en el papel fue: un organismo serio que luche por la nación y no para mejorar la cuenta bancaria personal o satisfacer patologías producto del poder. En estos momentos no hay un PRD, una suma de tribus en pugna. Lo que vemos son alfileres: uno es Mancera que no milita y sí milita por razones enigmáticas y búsqueda de poder; Camacho y Ebrard, carecen de postura política, a cambio tienen ambiciones, algunos más están con AMLO, y los hay que esperan a los mejores postores. Ninguno tiene realmente una ideología de izquierda, desprestigian el término. Si el PRD quiere volver a existir y destacar por su decencia y valor, tendrán que rehacerlo y pensar en un buen candidato no ex priista. Sobre todo, darse una postura de izquierda, la que nunca han tenido.