Tijuana.- Aquel 23 de marzo de 1994, el doctor Luis Alonso Villegas Cuervo no estaba muy convencido de ir a Lomas Taurinas; tenía poco tiempo disponible por motivos laborales y no se quería comprometer.
La doctora Rosalinda Guerra, quien dirigía el Hospital General, apelando a la amistad le pidió que se hiciera cargo de una de las dos ambulancias que estarían en el mitin del candidato Luis Donaldo Colosio Murrieta para atender cualquier contingencia médica. De los tres actos previstos en la agenda, el de Lomas Taurinas sería el más sencillo y breve.
Sin embargo, el joven médico nunca imaginó que acompañaría al candidato presidencial durante sus últimos minutos de vida, pues fue el primero en brindarle atención médica en la ambulancia, además de que participó en una cirugía en el Hospital General y estuvo presente en la autopsia.
Veinte años después, aún frescos los recuerdos de ese trágico día, que marcaron su carrera personal y profesional.
Llegó a bordo de la ambulancia Delta 7 junto con el chofer y cuatro enfermeras, que trataron de ubicarse en una zona que les permitiera salir de inmediato en cuando terminara el evento.
Las condiciones del terreno y los acceso eran difíciles, pero lograron acomodarse en una calle, donde les prestaron un terreno.
Al ver que no se suscitaba ningún incidente, el doctor Villegas Cuervo, que tenía apenas 37 años y unos meses de haber concluido su especialidad, se adelantó unos pasos para escuchar el mensaje entre la gente.
Con mucha claridad recordó que a un costado suyo estaba un hombre de escasos recursos, que llevaba a su pequeña hija de unos tres años de edad sobre los hombros, a quien le dijo “este señor sí nos va a sacar de pobres”, con los ojos llenos de esperanza.
El mitin terminó. Como había música, no se escuchó ningún disparo o sonido que llamara su atención.
Mientras cerraba las puertas de la ambulancia, porque acababan de atender a una persona que sufrió baja presión, el chofer le gritó: “hirieron al candidato”.
En fracciones de segundo, el doctor Villegas Cuervo se dio cuenta de la magnitud de la responsabilidad que enfrentaba. “Teníamos que hacer las cosas bien, porque si es el licenciado Colosio el que está herido y yo lo tengo que atender, la responsabilidad va a caer sobre mi”, pensó.
En tanto, la gente gritaba, se atravesaba las calles, se arremolinaban, todo era confuso. A la distancia vio que subían a una persona con chamarra color beige a una camioneta Blazer, por lo que asumió que sí era Colosio quien iba herido.
De inmediato siguieron a la unidad, a la que alcanzaron 300 ó 400 metros más adelante.
“Hacemos el traslado del candidato, y cuando lo van metiendo a la parte posterior de la ambulancia ya identifico que se trata, efectivamente, de Luis Donaldo Colosio, él estaba inconsciente, se veía cómo tenía sangre en su cráneo, estaba manchada su ropa de sangre, y parte de masa encefálica la tenía del lado izquierdo, en un orificio de un proyectil de arma de fuego”, recordó.
Como responsable de la ambulancia pidió a quienes lo acompañaban que se identificaran. Entre ellos iban el doctor Álvaro García Taxilaga del Estado Mayor presidencial y el doctor Guillermo Castorena, que era su médico de cabecera. Iban también escoltas del candidato.
Mientras el chofer Juan Sabino Venegas conducía a toda velocidad, tratando de llegar a un nosocomio, los médicos intentaba estabilizar al paciente.
“Además de la lesión en la cabeza, se descubrió que en el abdomen traía una herida por proyectil de arma de fuego de ambos lados, intentamos reanimarlo, le pasamos oxígeno, intentaron intubarlo dentro de la ambulancia pero con tanto movimiento no se podía maniobrar”, mencionó.
Villegas Cuervo relató que la unidad daba vueltas de manera brusca, se subía a las banquetas, pasaba topes, vados. Hizo una pausa para voltear y preguntarle al chofer de la ambulancia en donde estaban y éste le dijo que en el crucero que está bajando de la colonia Libertad.
“Yo le preguntó qué es lo que tenemos más cercano, y me dice el chofer que el Hospital General, entonces yo fui el que tomó la decisión de ir al Hospital General, yo hice mi especialidad ahí, sé que hay residentes, médicos, había una unidad de cuidados intensivos. Creo que tomo la decisión correcta”.
Aunque posteriormente se le cuestionó por qué al Hospital General y no a uno privado o a San Diego, recalcó que no habría en el mundo ningún hospital donde se hubiera podido revertir los daños causados por la lesión en la cabeza. “Ninguno”.
La autopsia
Después de pasar su reporte a la doctora Rosalinda Guerra, directora del Hospital General, el doctor Villegas es informado de que ahí mismo se va a efectuar la autopsia del candidato presidencial y le pide incorporarse al grupo, pues él había sido médico legista.
Alrededor de la una de la madrugada llegaron los demás médicos legistas para iniciar el procedimiento.
Del quirófano el cuerpo de Luis Donaldo fue llevado al área de patología.
Con la llegada de militares médicos que estaban tomando fotografías fueron obligados a entregar los rollos y a retirar a personas que ya no tenían motivo para estar en el nosocomio.
Durante la autopsia concluyeron que la lesión craneal fue la que le ocasionó la muerte.
A la 1:30 de la madrugada terminaron y firmaron el dictamen. “Todos estuvimos de acuerdo en que fue verídico, no inventamos nada, ni por influencias o sugerencias cambiamos nada”.
No obstante, un médico proveniente de la Ciudad de México quiso que el dictamen fuera más resumido, a lo que los cinco médicos se negaron de manera contundente.
Finalmente, el cuerpo de Colosio Murrieta abandonó el Hospital General, pero la tensión y el dolor no se fue.
Hubo temor
Después de esas agitadas horas, vino un proceso difícil, pues no fue fácil darle la vuelta a la página.
A las nueve de la mañana del 24 de marzo, el médico recordó que fue citado a declarar en la Procuraduría General de la República en Tijuana, junto con otros compañeros, donde especificaron cada una de las decisiones médicas que se tomaron para tratar de salvar la vida del candidato a la presidencia de la República.
“Prentendimos continuar con nuestras actividades, pero fue muy difícil, yo llegué a mi casa devastado, pensando que era una novela de ficción que no queríamos pensar que había ocurrido, pero ocurrió”.
Villegas Cuervo dijo que incluso hizo algunas anotaciones para poder responder en caso de un nuevo citatorio y así no pasar por alto algunos detalles.
“Para no decir cosas falsas hice un pequeño resumen, incluso le dije a mi esposa: no sé lo que está pasando, pero si algo me pasa aquí tengo todo lo que hicimos y lo que no hicimos.
“Tenía un ligero temor a lo desconocido, había muchas opiniones, se decía que era un homicidio proyectado por un grupo de gentes política y económicamente muy poderosas. No sabíamos a qué nos enfrentábamos”, recordó.
Dijo que incluso optó por no dar opiniones sobre el tema. “Me querían entrevistar, y nunca di una opinión, es la primera vez que hablo con un medio de comunicación sobre este tema en veinte años. Lo que yo pueda decir ahora no va a cambiar los hechos, ni el rumbo de la historia”.
El doctor Luis Alonso Villegas afirmó que esta experiencia marcó un antes y un después en su carrera profesional, aunque también fue uno de los médicos legistas que estuvo en la autopsia del periodista Héctor “Gato” Félix Miranda y ha atendido a otros personajes reconocidos de la ciudad.
“Son muchas cosas que me ha tocado pasar, pero la del licenciado Colosio fue muy impresionante. Varios días no pude dormir dándole vueltas y vueltas, pensando si las decisiones que tomé fueron las correctas”.
Se dijo convencido de que tomó la decisión adecuada al haber llevado a Colosio Murrieta al Hospital General. “Si hubiera sido un hecho actual el descenlace hubiera sido el mismo, no hay ser humano que soporte una lesión de tal magnitud y que pueda vivir”.
En los años siguientes, el médico fue convocado a participar en otras giras de candidatos presidenciales, como la de Ernesto Zedillo y de Enrique Peña Nieto.
A veinte años de distancia, todavía se acuerda que le preguntó a la directora del Hospital General, Rosalinda Guerra, qué tan pronto se podía desocupar si accedía a ir al acto en Lomas Taurinas, que se suponía iba a ser el más sencillo, “y la vida me puso ahí. No sé por qué, pero me puso”.
Él no pertenecía al Hospital General, su trabajo fue cien por ciento voluntario. De hecho, no se le pagó un solo centavo por la atención que brindó al candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio Murrieta, pero a la vez ha sido una de las experiencias más enriquecedoras en el ejercicio de su carrera.