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Queda libre el chofer de periódico coludido

Superiberia

Cosolapa.- La noche de ayer quedo en libertad el repartidor del peródico coludido que diera muerte a una mujer en pleno centro de esta población; tras un diálogo con las personas afectadas para llegar a un acuerdo de reparación del daño y pagar la multa que le fue impuesta por el Ministerio Público del fuero común, el empleado quedo en libertad alrededor de las 20:00 horas.

Familiares de la hoy finada le dieron el último adiós alrededor de las 14:00 horas, acompañados de cientos de amigos y comerciantes de los mercados cosolapeño y tezonapeño; mencionaron que no se oponían a que el responsable de dar muerte a Irma Orduña Villegas, de 38 años de edad, con domicilio en la Colonia Floresta, saliera libre siempre y cuando cubriera los gastos funerarios y la reparación del daño.

Ya que muchas veces realizan convenios que jamás cumplen, sólo queda el papel firmado y después no se presentan a responder; cabe mencionar que sólo se presentó personal de la aseguradora de la empresa periodística, quienes se hicieron responsables de cubrir la reparación del daño, siendo la cantidad de $145 mil 470 pesos, $5 mil pesos de la multa, $25 mil pesos de las obligaciones, $13 mil de daños al poste de TELMEX, $4 mil pesos de obligaciones y $1 mil de multa, dando un total de $193 mil 470 en total.

De esta manera, recobró la libertad el repartidor de periódicos, quien saldría de la celda alrededor de las 20:00 horas de ayer, ante la mirada de varios curiosos que lo miraban con resentimiento por la muerte de la comerciante; con la mirada baja y perdida, el chofer se alejó acompañado de sus familiares.

Comerciantes de los dos mercados, tezonapeño y cosolapeño, mencionaron que en caso de que no cubrieran el pago, no permitirían la salida del detenido, “ya basta de que estas personas prepotentes lleguen a hacer sus fechorías y no respondan por ellas, autoridades deben castigarlos igual que a todos, por eso la ley debe ser pareja”, dijo un mujer indignada ante la impotencia de no poder hacer nada por la muerte de su conocida.

En el sepelio de la infortunada mujer, cientos de comerciantes le dieron el último adiós y rezaron por el descanso de su alma; entre sollozos y lágrimas, se podía escuchar a varias personas que decían: “el periódico en el que trabaja el repartidor de periódicos no dijo lo que en realidad había pasado, son unos corruptos que tapan todas las porquerías que suceden y sólo quieren ganar dinero a costillas de las desgracias que causan ellos mismos”; se podía sentir la tensión de las personas que acompañaron el féretro a su última morada y la mirada triste de los dolientes que aún no podían creer lo que había sucedido, pero era ésa la fatal realidad.

 

 

Julio Valdivia

El Buen Tono

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