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Que Hacienda sea inocente palomita

Superiberia

Algo ocurre en los adentros que el escritor se resiste a sentarse en su silla eléctrica y los pensamientos dejarlos allí porque para eso lo hizo Dios, para la escritura diaria. Confieso contrita cuando alguien me manda a hacerlo porque sabe el erial literario donde me encuentro, y metiendo la mano en el corazón hilachiento y remendado digo que es  un pecado, una ofensa a Dios porque me dio el don de la palabra y simplemente me siento sin escribir  a ver crecer mis plantas, a leer febrilmente los periódicos, las revistas y los libros que me asestan mis amigos creyendo aún, ¡Dios los bendiga¡, en lo que hice durante casi cien años de soledad o compañía. No importaron mis males ni siquiera la agonía de un ser amado, el tartamudeo de idiomas varios reporteando desde países lejanos; nunca temí porque siempre me atreví. Por ejemplo tengo poco, pero todo lo he trabajado honradamente como me enseñaron en mi casa y luego mis maestros de periodismo, quienes dejaron el consejo de lado ante las pruebas de mi buena educación pueblerina. Escribir, escribir. No hubo mal impedidor del cumplimiento de mi deber… y no obstante hoy… descubro un desánimo general, languidez visible, hasta holgazanería para organizar una cena o comprar un recuerdito. Es el mal tiempo vivido, la zozobra en todo, en lo de adentro, en la muerte de tantos queridos y la acechante “del sudor helado” detrás de la puerta en la noche…la loca de la casa empieza a vivir horrores posibles, enfermedades extremas… como la desgracia de que me corten mi  pierna quebrada, o la otra terrible desaparición de mis gentes. Duele lo sucedido todos los días en nuestro país, lo difícil de seguir embistiendo tanta amenaza… si ayer temíamos perder el trabajo y con ello la hogaza diaria, ahora hasta cobrar esos honorarios implacablemente necesarios es un problemón inesperado e inmerecido: tener la obligación de 1) poseer una computadora; 2) saberla manejar; 3) aprender los secretos mecánicos para hacer un recibo…

Como esos intríngulis son usuales entre los mexicas primero acostumbrados a los recibos con timbres comprados en una agencia de Hacienda, luego a mandarlos imprimir y legalizar, y ahora, torpes e ignorantes los cautivos tenemos necesidad de lecciones que cuestan, por supuesto, propios hacedores de recibos y enviadores a nuestras pobres fuentes de trabajo… Todo esto con mensualidades y anualidades a contadores… resultan los honorarios reducidos a la cuarta parte. ¿Es justo?

No sé a qué genio excepcionalmente bien pagado se le ocurrió tamaño asalto en el camino. ¿Los médicos, los sastres, los plomeros, los pintores de brocha gorda, los peluqueros, los restauranteros, los de las fondas, de las tlapalerías, de las misceláneas mixtas ¿nos van a dar recibos electrónicos? ¡Por favor, se necesita estar instalados en la riqueza, entre criados y servidores, para condenarnos a terminar el año con el gesto torturador de la SHCP. O bueno, muchachita de pueblo, me pregunto ¿será una inocentada de precisamente hoy, palomita mía?.. Les deseo con mi corazón junto al suyo un divino Año Nuevo. Primero: amor, luego salud y antes que nada dinerísimo…

                *Escritora y periodista

                marialuisachinamendoza@yahoo.es

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