Grosería es que el salario mínimo de un trabajador sea de $1,841.00 al mes (con suerte si lo contratan legalmente) y el de un diputado de $80.000.00, pudiendo llegar con viáticos y otras prebendas a $350,000.00.
Grosería es que un catedrático de universidad o un profesional de la administración pública gane menos que el concejal de una comuna pequeña.
Grosería es que un profesor de escuela, un psicólogo, un asistente social, un sociólogo, una educadora de párvulos, un fonoaudiólogo o un periodista ganen menos que una prostituta.
Grosería es que un conservador de bienes raíces cobre $100,000.00 al mes; SÍ, LEISTE BIEN: $100 MIL AL MES.
Grosería es que un oculista cobre $30.000.00 por un programa de cataratas en los hospitales públicos, y además hay que pagarle el sueldo… o sea, súmale unos $30,000.00 al mes. Mientras el resto de los funcionarios NO-MÉDICOS perciban un sueldo 5 veces menor y sin acceso a estos “programas”.
Grosería es que la Salud Pública no cuente con estándares similares a una clínica privada, siendo que son los mismos médicos los que allí trabajan.
Grosería es que los diputados y senadores se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca, (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la Legislatura).
Grosería es comparar la jubilación de un diputado con la de una viuda o un jubilado.
Grosería es que un ciudadano tenga que trabajar 45 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con dos períodos según el caso y que los miembros del gobierno para cobrar la pensión máxima sólo necesiten jurar el cargo.
Grosería es que los diputados sean los únicos “trabajadores” de este país, que están exentos de tributar un tercio de su sueldo.
Grosería es colocar en la administración a miles de “asesores” (léase amigotes con sueldo, acomodados), cargos que ya desearían los técnicos más calificados.
Grosería es el ingente dinero destinado a sostener a los partidos aprobados por los mismos políticos que viven de ellos.
Grosería es que a un político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para ejercer su cargo (y no digamos intelectual o cultural).
Grosería es el costo que representa para los ciudadanos sus comidas, coches oficiales, choferes, viajes (siempre en gran clase) y tarjetas de crédito por doquier (ahora usarán iPad).
Grosería es que sus señorías tengan casi cinco meses de vacaciones al año.
Grosería es que sus señorías cuando cesan en el cargo tengan un colchón del 180% del sueldo.
Grosería es que ex ministros, ex secretarios de estado y altos cargos de la política, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del erario público.
Grosería es que se utilice a los medios de comunicación para transmitir a la sociedad que los funcionarios sólo representan un costo para el bolsillo de los ciudadanos.
Grosería es que nos oculten sus privilegios mientras vuelven a la sociedad en contra de quienes de verdad les sirven.
Mientras, ¿ellos hablan de política social y derechos sociales? Y después no falta el ignorante que “no entiende” por qué hay tantos pobres y tantos jóvenes en cárceles.
¡INDIGNADO! Así se siente uno ante tanta GROSERÍA.