¿Cómo pueden ser tan diferentes dos lugares separados por una línea imaginaria, producto de una decisión política? ¿Qué ha diferenciado a las dos Coreas? ¿Qué hace distinta a Nogales, Sonora, de la otra Nogales en Arizona, si tienen un origen común y sólo las separa una valla colocada por el hombre? De conformidad con las tres teorías expresadas en algún artículo anterior, también el factor político y el peso de las instituciones son determinantes.
Acemoglu y Robinson nos exponen el caso de Nogales como una ciudad dividida por una alambrada (antiguamente una gruesa tela ciclón). En la ciudad del norte, la renta media de un hogar es de unos 30 mil dólares anuales, es decir, más de 27 mil pesos mensuales, más aguinaldos y prestaciones, conforme las estructuras salariales mexicanas. La Nogales del sur, a pesar de estar situada en una zona relativamente próspera de México, la renta media anual de un hogar promedio es de apenas la tercera parte, unos 10 mil pesos mensuales más aguinaldos y prestaciones. («Por qué fracasan los países», Crown Publishers, New York, 2012; Paidós, México, 2014).
En Nogales, Arizona, la mayoría de los adultos tienen estudios secundarios, cosa que no ocurre en la Nogales nuestra. Allá, la población está relativa sana, con una esperanza de vida alta. En la ciudad mexicana las madres se preocupan por los altos índices de mortalidad infantil, porque la sanidad pública es deficiente, no se tiene acceso a muchos servicios públicos y las carreteras están en mal estado. La ciudad norteamericana tiene programas de asistencia sanitaria, electricidad, teléfono, alcantarillado y una buena red de carreteras que los ciudadanos miran como algo normal.
Algo no menos importante es la ley, el orden y el Estado de derecho. Los habitantes de Nogales, Arizona, «pueden realizar sus actividades diarias sin temer por su vida ni su seguridad; y no tienen un miedo constante al robo, la expropiación u otras cosas que podrían poner en peligro las inversiones en sus negocios y sus casas» (Acemoglu y Robinson). Dan por sentado que el gobierno es su agente, a pesar de la ineficiencia y corrupción esporádicas. Pueden votar para sustituir al Alcalde, diputados o senadores, pues la democracia es algo natural para ellos.
Al sur de la valla fronteriza, la ley y el orden no están en buen estado. Hay mucha delincuencia y abrir un negocio es una actividad peligrosa, aparte de los trámites, permisos y sobornos que dificultan la tarea. El riesgo del robo, extorsión y hasta secuestro, están latentes día con día. Viven a diario con la corrupción y la ineptitud de los políticos. Y la democracia es un estilo de vida que no arraiga en su ideosincracia y el diverso mosaico de costumbres.
Asombra que una misma ciudad sea tan distinta, apenas separada por un muro. No hay diferencias en el clima, la situación geográfica, las enfermedades propias de la región, incluso en los orígenes de la población de ambas ciudades. Entonces, es obvio que a partir de la línea fronteriza es que se dan las diferencias. En el norte sus habitantes tienen acceso a instituciones económicas que les permite elegir su trabajo libremente, adquirir formación académica y profesional, trabajar con una tecnología avanzada y contar con mejores condiciones laborales y salariales.
También tienen acceso a instituciones políticas que les garantizan un mayor juego democrático, elegir y sustituir los cargos de elección, sostener a políticos que se ocupan de proporcionarles los servicios básicos. Los incentivos creados por las instituciones de las dos Nogales, y los países en los que están situadas, explican en gran medida las diferencias en prosperidad económica y de seguridad social. Sin malinchismo ni hipócrita amor a México, en un ejercicio comparativo, considerando que tal vez existan diferencias más grandes en otras partes del mundo, proponemos evitar el pensamiento extremista, alarmista, amarillista, para buscar formas que nos den claridad para analizar la situación complicada que vivimos.
gilnieto2012@gmail.com
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