México, D.F.- Los asesinatos de los cinco hijos de una mujer que un patrullero fronterizo estadunidense mató de nueve disparos y el de un mexicano que fue golpeado por una docena de agentes hasta morir, demandaron en la garita de San Ysidro que las autoridades ejerzan justicia.
Los cinco hijos menores de Valeria Tachiquín, a quien un patrullero mató de nueve balazos calibre 38, disparados a menos de un metro de distancia, y los de Anastasio Hernández, esposado y muerto a golpes y con descargas eléctricas, realizaron la protesta el viernes pasado.
Además, estuvo el hijo de un mexicano, José Gutiérrez, a quien patrulleros fronterizos golpearon tanto que quedó un mes en estado de coma y no fue deportado porque le tuvieron que extraer cinco fragmentos de cráneo.