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¿Por qué Córdoba es Heroica?

Superiberia

Con seguridad usted, amable lector, estará pensando en la batalla del 21 de mayo, y tiene razón, ya que desde niños  lo hemos escuchado, una y otra vez, principalmente en su aniversario. Pero, ¿qué distingue esta batalla, de todas las demás que ocurrieron en la provincia de Veracruz, durante la Independencia? Eso es más difícil de contestar, sobre todo porque es Córdoba la única ciudad que ostenta ese título por una batalla de ese periodo.

 

Le comentaré que se le otorgó ese título por la Legislatura del Estado, con el decreto número 61, el primero de noviembre de 1880. El texto sólo dice: “El Estado concede a la ciudad de Córdoba el título de Heroica, como consecuencia de los comités servicios prestados por sus hijos en bien de la Nación”. Se puede deducir,  que fueron varias acciones (servicios), que realizaron (prestaron), sus habitantes (hijos). Pero no queda claro quiénes y, sobre todo, qué hicieron. 

 

El documento que  explicaría el por qué, sería el dictamen que prepararía la Comisión de Diputados, encargada de presentarlo al pleno, para ser votado, en ese añejo 1880. 

 

Es lamentable pero ese dictamen no se encuentra ni en el Archivo Municipal de Córdoba, ni en el de la Legislatura del Estado, si algún día se localizara, aclararía estas dudas. 

 

Afortunadamente,  hay otros documentos de la época, relacionados con el decreto, que nos aseguran que esos servicios fueron en la batalla que se desarrolló en la Villa de Córdoba en 1821, pero tampoco los detallan.  También están resguardados en sus respectivos archivos, los partes militares de los comandantes que sobrevivieron a la batalla y, además, hay narraciones de quienes fueron testigos tanto de Córdoba, como de las vecinas poblaciones de Amatlán, Huatusco y Orizaba. 

 

En esos textos se describen las acciones militares de ambos bandos y se encuentran las actuaciones de los civiles que participaron, que podrían ser consideradas Heroicas. Algunas de ellas son:  

 

1.- Que la batalla fuera en Córdoba y no en Coscomatepec.  El Ejército Trigarante se enfrentó al Ejército Nacional (1), en la ciudad de Tepeaca en la provincia de Puebla. 

 

No hay un claro ganador, después de la batalla, los trigarantes regresan a sus respectivas provincias. 

 

Los veracruzanos, al parecer, se dirigen por diferentes caminos al pueblo de Coscomatepec, donde pretenden resguardarse, para lo cual solicitan ayuda de hombres, armas y alimento a los grupos simpatizantes con el movimiento en esta provincia. 

 

En Córdoba, al conocerse que el punto de concentración sería Coscomatepec, los vecinos se reúnen en la plaza y proponen que mejor sea  aquí, en la Villa de Córdoba, porque en ese momento era la única que se encontraba fortificada con parapetos de piedra, madera, sacos de arena y tercios de tabaco. 

 

1.- Esta decisión, de atraer la batalla, fue propuesta por los vecinos y aceptada por los militares. Es en sí, una decisión valiente, que de seguro traería destrucción y muerte a sus hogares.

 

2.- Defender sin armas ni municiones. En el enfrentamiento de Tepeaca no hubo un claro ganador porque los dos bandos se quedaron casi sin municiones; los trigarantes no tenían forma de reabastecerse, mientras sus contrarios podrían recibir auxilio de armas, municiones y hombres desde la cercana Puebla. Así que, los soldados nacionales (1), al cerciorarse que serían reabastecidos, siguieron a una distancia prudente, a los veracruzanos que se retiraban a su provincia. 

 

Fue en la vecina Orizaba en donde los soldados españoles recibieron las municiones y más soldados, tanto de Puebla como un batallón que llegó de la zona de Naranjal. Mientras los Trigarantes entraban a Córdoba, cansados, sin municiones y desmoralizados, encontraron una cantidad considerable de voluntarios, pero desarmados. 

 

Los pocos pertrechos se repartieron entre los que les darían mejor uso, los militares. Los vecinos que se quedaron a defender la Villa lo hicieron a pesar de que a ellos no les tocaron armas.

 

3.- Se mantienen en su sitio los vecinos voluntarios. Se sabía en la región que la batalla sería en Córdoba, cuando se divisa un batallón enemigo por la zona de Naranjal, muchos habitantes de rancherías y pueblos vecinos se trasladaron a la Villa a ayudar en la construcción de los parapetos y/o a luchar con sus herramientas de trabajo que funcionarían como armas. Durante la batalla llegarían más refuerzos de diferentes puntos de la provincia. En los textos se reconocen participaciones de los siguientes lugares: Amatlán, Potrero (Atoyac), Chocamán, Coscomatepec y Cuichapa. 

 

El ataque a la Villa no fue un sitio completo, si bien unas 12 manzanas estaban protegidas dentro de los parapetos que la fortificaban, se podría abandonar el lugar en cualquier momento, debido a que, el puente (2) sobre el río San Antonio, no fue atacado y mantenía una comunicación abierta con las haciendas del otro lado del río. Esos civiles voluntarios se mantuvieron en sus puestos realizando sus respectivas labores, a pesar de haber podido retirarse en cualquier momento durante la batalla.

 

4.- Cuidadores informantes.  En algunas de las casas fuera de la protección de los parapetos, se escondieron algunos vecinos, cuando esas casas eran atacadas y ocupadas por los soldados contrarios, estas personas, que estaban desarmadas, eran desalojadas. 

 

¿Cuál fue su función?,  al parecer, era la de informar. En los textos citados se aprecia cómo algunos de estos “cuidadores” proporcionaban información de los avances del enemigo, no se dice cómo lo hacían, podría ser de forma directa al escapar de los inmuebles, o por medio de señales.  

 

La torre de la iglesia mayor fue alcanzada por varias balas de cañón (3), con la idea de derribarla, es muy posible, al ser el punto más alto de la Villa, se posesionara en ella un vigía para mantener al tanto al comandante de la defensa, las posiciones del enemigo.

 

Desde esa altura no sólo se podría observar directamente las acciones, también las posibles señales que los “cuidadores” le indicaran. Estos valientes arriesgaron sus vidas, pudiendo ser heridos por el enemigo al ocupar los inmuebles. El estar desarmados fue su salvoconducto, porque, al no considerarlos hostiles, los dejaban marcharse. 

 

5.- Reparadores de muros y parapetos. Algo muy repetitivo en las diferentes versiones de la batalla, es el hecho de que constantemente los parapetos y paredes dañadas por los cañonazos de los enemigos eran reparadas rápidamente, sin importar si les disparaban. 

 

Es muy notoria la frustración de los atacantes, cuando lograban hacer un hueco o derribar una defensa, y al poco tiempo éste estaba reparado. 

 

Si bien la labor de reparación era ayudada porque a los soldados nacionales se les distraía de muchas formas: por la caballería que incursionaba por la retaguardia o los costados, en otras, un grupo de soldados trigarantes salía de los parapetos simulando intentar ocupar algún inmueble cercano, al percatarse, los que atacaban se volvían contra ellos y cuando regresaban a sus puestos de ataque,  el anterior daño en las defensas estaba reparado. 

 

Sólo los voluntarios desarmados tendrían las dos manos desocupadas, para mover los materiales y reconstruir los parapetos, hicieron su trabajo a pesar de que tendrían que hacerlo en el sitio del fuego cruzado. Su constante y riesgosa actividad evitó que el enemigo penetrara a la Villa.

 

No dudo que hubiera más acciones valerosas en esta batalla: la atención, traslado y cuidado de los heridos; el apagar las bombas lanzadas por el enemigo y el combatir los incendios, ocurrieron en la mayoría de los enfrentamientos de ese periodo. 

 

En la Villa de Córdoba, los hombres desarmados se volvieron un arma defensiva tan efectiva que lograron el triunfo de los trigarantes. Por eso, no hay que escatimar, siempre que se pueda, agregar la palabra HEROICA al nombre de nuestra querida Córdoba. Esos valientes anónimos, se lo merecen. 

 

Heroica Córdoba, Veracruz, mayo del 2015.

 

Nota 1: Cuando entró en vigor la Constitución de Cádiz, por ley, al Ejército español se le cambió el nombre de Realista a Nacional.

Nota 2: El puente aún existe, está a la altura de la calle 2 sobre el río San Antonio, se entra por la calle 1.

Nota 3: La torre quedaría dañada, y aunque se trató de reparar, se derrumbó por un temblor algunos años después.

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