I
Termina el año en medio del terror, la zozobra y la incertidumbre… por lo siguiente: un policía auxiliar, asignado en Orizaba, de 68 años de edad, fue capturado por la Agencia de Investigaciones. Su delito: está acusado de pederastia de una menor de diez años.
Su nombre: Ismael Vázquez. Domicilio: Prolongación de la calle Sur 45, sin número. Colonia: El Yute. Pueblo: Orizaba.
La niña, con su madre, eran vecinos. Y el poli aprovechó la ausencia de la madre, que había ido a un mandado, para llevar a su casa a la niña con engaños.
Y, bueno, desde la Secretaría de Seguridad Pública a cada rato alardean de estudios psicológicos y neurológicos y psiquiátricos y morales y éticos y todas esas pavadas para sembrar, digamos, en la población la confianza en los cuerpos policiacos.
Los oficiosos dirán que como “hay robos en todas partes del mundo”, también en los cinco continentes hay pederastas… hasta en las mejores familias.
Y con más razón… entre los polis.
Por eso, el año concluye con un mal fario, un mal karma, un cortocircuito entre el poder público y la ciudadanía que todos los días vive con sencillez.
II
En Tuxpan, los policías asesinaron a un marino y de pronto, zas, llegaron los marinos y se llevaron a siete policías cuando todavía era presidente municipal Alberto Silva, “El Cisne”.
En Poza Rica, con Juan Alfredo Gándara Andrade, el pueblo de Veracruz fue enterado que cinco policías, detenidos por los marinos, tenían ligas con el jefe Zeta del pueblo.
En Peñuela, el ciudadano quedó enterado de que los policías detienen a los profesores y los entregan a los cárteles.
En Cosamaloapan quedó manifiesto que 17 policías estaban ligados con los cárteles y las fuerzas armadas se los llevaron.
Y en Alvarado y Fortín, también los policías terminaron en la cárcel, señalados de amistades peligrosas con los malosos.
Ahora, para llenar de optimismo la vida, y luego del premio “Caballero Águila” a la Secretaría de Seguridad Pública, un policía… acusado de pederasta.
Vamos bien y viene lo mejor…
III
Sean policías municipales, estatales y del IPAX… pertenecen al mismo gobierno de Veracruz.
Y cuando desde la élite política se ufanan de que ya tienen polis con licenciaturas, maestrías y doctorados, sólo queda pitorrearse del mundo “color de rosa” construido por la Secretaría de Seguridad Pública para arrojarse incienso a sí mismo.
IV
¿Qué decir, por ejemplo, del señalamiento de los activistas José Alejandro Solalinde Guerra, fray Tomás y Rubén Figueroa de que los policías de Veracruz detienen a los migrantes y los entregan a los cárteles… a cambio de un billetito?
¿Qué decir de los policías que, por ejemplo, en Soledad de Doblado, participaron en el crimen del ex alcalde panista, Enrique Marín, todo porque repelió el robo de su unidad móvil?
Una vez más, entonces, queda confirmado: los policías siembran más terror y miedo que un ladrón.
Y es que mientras el ladrón roba y huye, el policía roba, golpea y amenaza con la cárcel por los llamados agravios a la autoridad, con el riesgo, incluso, de llevarse detenida a la víctima.
V
Según parece, los cuerpos policiacos están integrados de norte a sur de Veracruz con unas 25 mil personas.
Y, bueno, si así es, en su conjunto se trata de una población superior a miles de municipios.
Por tanto, se entiende, en ningún momento se justifica, resulta difícil manejar con eficacia y eficiencia, en un Estado de Derecho, tanto personal
Pero, entonces, y por añadidura, la SSP está obligada a tender los amarres y candados necesarios para evitar abusos y excesos del poder de tales dimensiones.
Sin embargo, ni siquiera en sueños, en un cuento fantástico, digamos, de Jorge Luis Borges y/o Julio Cortázar, puede imaginarse la esperanza de un policía justo que con la charola, la macana, el garrote, los gases lacrimógenos, los aparatos para toques eléctricos, la pistola y el fusil, ejerzan el poder con la Constitución General de la República por delante, basados en el inalterable respeto a las garantías individuales.
VI
Cuidados, señores, porque los policías también son pederastas…