Por: Andrés Timoteo / columnista
En la comunidad Ojite de Matamoros, perteneciente al municipio totonaca de Coxquihui, ubicado al norte de Veracruz, surgió desde hace días un brote de infecciones respiratorias que afectó a la población infantil y provocó la muerte de dos pequeños en edad preescolar. Los niños presentaron tos, fiebre y vómitos con sangre, por lo que en un principio se especuló que era un “virus extraño” que se convertiría en epidemia ya que al menos quince pequeños fueron infectados.
Hoy se sabe que fue un cuadro de infección respiratoria aguda y que la causa habría sido la ingesta de agua residual, es decir, contaminada. Esos dos niños no fallecieron como causa del desalojo que la Policía Estatal hizo de un grupo de lugareños que bloqueaban la carretera, como los voceros del senador priista José Yunes Zorrilla divulgaron en las redes sociales en un intento de culpar al Gobierno Estatal los decesos, sino que los mató la pobreza.
Murieron de una enfermedad que es curable, pero las condiciones sociales y públicas se conjugaron para impedirles la sobrevivencia: la desnutrición de la población indígena, la falta de atención médica oportuna y de medicamentos, la orografía del lugar y el abandono oficial fueron el abono para dicho resultado. Es una historia que se ha visto muchas veces en Veracruz. Se repite una y otra vez porque la pobreza es un mal que atrae mortandad cíclica.
En los años 1997 y 2007, un brote de cólera y rotavirus, respectivamente, mató a 17 personas en el municipio Filomeno Mata, también en la región del Totonacapan, y de las víctimas, seis fueron niños. Todos enfermaron por consumir agua sucia. En el 2006, otros nueve niños murieron en el poblado de Xocotla, de Coscomatepec, en la zona Centro, por un brote diarréico tras ingerir también agua contaminada de los pozos artesianos.
Lo mismo sucedió en el 2009 en el pequeño poblado de La Gloria, en Perote, donde cuatro niños perecieron de un extraño virus de gripa porcina. Es más, el lugar fue celebre a nivel nacional porque se le ubicó como el origen de la llamada Gripe H1N1 que ocasionó una alerta epidemiológica en todo el País. La Gloria como Ojite de Matamoros y otros poblados castigados por la muerte de pequeños, es un lugar paupérrimo, aunque ahí se adicionó el factor de la contaminación ambiental generada por las granjas porcinas de la transnacional Carroll, como posible causa del virus.
Entonces, la pobreza mata a los niños y a esa hay que combatirla. Las comunidades rurales e indígenas, no hay que olvidarlo, son de los sectores poblacionales más afectados por el robo del dinero presupuestal hecho en los últimos doce años –de los sexenios del innombrable y Javier Duarte-. El dinero destinado a fomentar la salud comunitaria, a la alimentación de las familias, a la construcción y equipamiento de hospitales y clínicas rurales, se lo robaron los dos exgobernadores pillos. Así, indirectamente la muerte de esos dos niños de Coxquihui tiene responsables con nombre y apellido.
Claro, esto no exculpa al actual Gobierno Estatal, pese a que maniobra con ‘camisa de fuerzas’ para atender todas las consecuencias sociales del saqueo que hicieron sus dos antecesores. Mucho menos se le excusa de la violencia policíaca durante el desalojo de una carretera que los pobladores de Coxquihui bloquearon durante casi doce horas el lunes pasado. Se ha dicho y se repite, al gobernador Yunes Linares nunca le asistirá la razón para justificar una violencia contra los pueblos indígenas.
Por otro lado, y como siempre sucede, la tragedia es aprovechada por los políticos mañosos para acarrearse ganancias o para atacar adversarios. Las huestes rojas, que no son pocas y abundan sobre todo entre los opinadores de la prensa, intentan hacer una amalgama entre el desalojo policiaco y la muerte de los niños para responsabilizar a Yunes Linares, como si él se hubiera robado el dinero que se llevaron sus antiguos patrocinadores -los de la prensa militante, obvio-, y el caso Coxquihui viene a darles otro asidero para las ráfagas mediáticas con fines electorales.
De la otra parte, el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) tiene la ‘mano metida’ pues a sus integrantes se les señala como los organizadores del bloqueo carretero, a la par que su dirigencia nacional se suma al coro priista contra los funcionarios estatales. Es bueno que cuestionen al Gobierno yunista y sobre todo que lo vigilen con escrupulosidad, pero también es deleznable usar la muerte de dos pequeños y una tragedia social derivada de la pobreza para fines electorales.
Más aun cuando morenistas, priistas y hasta panistas y perredistas estuvieron callados en los últimos años, mientras Duarte y el innombrable se robaban el dinero de la salud de los veracruzanos y les inyectaban agua a los niños en sus tratamientos contra el cáncer, en lugar de dosis medicinales. Las muertes por enfermedades de la pobreza, se insiste, tiene corresponsables, y algunos de ellos son esos que guardaron silencio cuando los ladrones gobernaban.
SUCESOS DE VERACRUZ
Va desde este espacio una felicitación al compañero periodista Francisco Cambambia por su nuevo proyecto denominado Sucesos de Veracruz (sucesosdeveracruz.com), un noticiero en la web que con-conducirá con el también comunicador José Osorio y tendrá como colaboradores a Manuela Carmona en Orizaba y Francisco Maxtla en Deportes, y con el cual se busca ofrecer una alternativa de información sobre los acontecimientos de la zona centro.
El proyecto que está producido por Fabián Neri y editado por José Algarín Durán ya circula en el espacio virtual por medio de capsulas informativas sobre los sucesos más relevantes. Se espera que a mediano plazo se inicie con el noticiero formal una vez que se concluya la habilitación del set que será la sede informativa más destacada desde la web en la región centro. Enhorabuena para el colega Cambambia y los otros compañeros. Se les desea éxito.
CORRESPONSALES
DE GUERRA
Por cierto, hablando de periodistas, aunque en un tema menos amable, no es fortuito que el gobierno francés por medio del Consejo General de Calvados y la alcaldía de Bayeux, ambos ubicados en Normandía, haya incluido a cuatro periodistas mexicanos dentro del martirologio llamado Premio para Corresponsales de Guerra con el cual se rinde homenaje –póstumo, la mayoría de las veces- a profesionales de la comunicación que han cubierto informativamente luchas que tienen una causa libertaria.
Por vez primera, hay cuatro mexicanos en esta lista: los colegas de La Jornada, Miroslava Breach y Javier Valdez, que se desempeñaron como corresponsales en Chihuahua y Sinaloa respectivamente, así como el guerrerense Cecilio Pineda y el bajacaliforniano Maximino Rodríguez. Ellos fueron asesinados en este 2017 en el contexto de la “ola” de violencia generada por las organizaciones del crimen organizado que han tomado a los comunicadores como un blanco específico.
Y se dice que no es casual su inclusión en ese listado de periodistas-mártires porque en México se libra una guerra asimétrica o irregular, pero guerra al fin, y que ha dejado tantas víctimas mortales como las guerras ‘normales’. Los periodistas mexicanos son corresponsales de guerra en sus propios territorios y con el agravante de que a diferencia de los que están en el frente bélico ‘normal’, no mueren como víctimas colaterales –por un bombazo, una bala perdida o porque fueron capturados por un enemigo puntal- sino por una intención precisa de los actores de esa guerra irregular.
Es decir, los capos o sicarios de los cárteles del narcotráfico y los gobernantes corruptos deciden silenciar al periodista como parte de su estrategia para infundir terror al resto de la comunidad reporteril y a la vez romper el flujo informativo para así dejar desprotegida a la sociedad. Una sociedad desinformada es presa fácil de los que se quieren cebar sobre ella. En México, y en Veracruz, pues, hay cobertura de guerra desde hace doce años, no necesitan ir a África ni al Medio Oriente, basta con salir a la calle a buscar la noticia.
LIBERTAD CATALANA
También en temas del Viejo Continente y por demás educativos, ayer en Cataluña, España se dio la declaración de independencia como república, pero de una forma inédita, jugando a la retórica para ganar tiempo, apaciguar mercados financieros y sobre todo destantear al gobierno español. El presidente de la comunidad autónoma catalana, le llaman La Generalitad –que sería algo así como la gubernatura-, Carles Puigdemont, acudió al parlamento para declarar dicha independencia en base a los resultados del plebiscito celebrado el domingo primero de octubre.
No obstante, pidió que los efectos de tal declaración quedaran suspendidos durante varias semanas para dar paso al diálogo con el gobierno central. Es decir, la independencia está hecha pero hay tiempo para que surta efecto y así, de la guerra en las calles se pasó a las batallas verbales y legales. Fue una idea genial pues los catalanes no se abalanzaron con una separación abrupta para no darles motivo al aparato estatal de desaparecer poderes, convocar a elecciones generales y usar la fuerza pública, incluida la militar, para impedir la secesión.
Mucho se ha de aprender de estos duelos verbales y también de los sucesos independentistas en pleno siglo XXI. Más aun cuando en la contra-acera, es decirdel lado del Gobierno español que encabeza el ultraderechista Mariano Rajoy, tienen el tolete en la mano y la presión financiera pues están exigiendo a empresas y bancos para retirarse de Cataluña en el afán de generar un caos económico que ponga a los catalanes en contra de sus aspiraciones libertarias, algo que hasta la fecha no han logrado.
Lo que sí es cuestionable es la participación de un latinoamericano del lado de los conservadores, el escritor peruano Mario Vargas Llosa quien el pasado domingo intervino con un discurso en una manifestación contra los independentistas a quienes acusó de querer “convertir a Cataluña en un país del tercer mundo”. Vaya nada más le faltó decir: “como Perú, mi patria”. No cabe duda que el señor es candil de la calle y oscuridad de su casa, pues debería ocuparse de la tragedia social en el Perú y no inmiscuirse en asuntos que competen a los europeos.
Pero como siempre se ha dicho, a Vargas Llosa hay que leerlo, no quererlo ni mucho menos por sus ideas políticas. Y otro despropósito en el asunto de Cataluña fue la intervención del rey Felipe VI arremetiendo contra los catalanes independentistas. Hay que tener la caradura para hacerlo pues suena a desvergüenza que un monarca acuse a otros de no querer la democracia como si él, o su padre, o su abuelo, hubieran sido elegidos con el voto popular.