Al iniciar el sexenio se dio a conocer la visión 2030 en la cual se planteaba a cada tema o problema una meta medible o aspiracional. Poco después se presentó el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2007-2012 y en su visión se señaló que contribuirían a lograr los objetivos y colaborar a alcanzar metas concretas en los próximos 20 años. Seis años después aun cuando en papel nos digan que se alcanzaron, los mexicanos no experimentamos grandes mejoras en nuestra vida, lo cual nos tiene sin las suficientes esperanzas para los siguientes años.
El problema es que su cumplimiento se condicionó que toda la sociedad y los poderes participaran en su ejecución. Es decir, se invitó a participar en algo ya hecho y planeado por otras personas donde la opinión de los involucrados se desaparecía.
Por otro lado, si no está en la ley que los poderes Legislativo y Judicial tengan una responsabilidad jurídica, nadie se hace responsable de su cumplimiento, por el contrario, muchas veces actúan en contra para que no se cumpla. El ejemplo más claro se ve en el Legislativo, no sirve que en el plan se contemplen programas que ellos no aprueban en el presupuesto.
La prospectiva tiene que acordarse con la sociedad y los tres poderes, y no tratar solamente de colonizar el futuro de los demás. Por ello ha llegado el momento en que nos preguntemos si le seguimos apostando a la generación de otro PND o si es tiempo de trabajar todos en la construcción de metas alcanzables para mediados de este siglo. Independientemente de quien gobierne, que nos comprometamos a sumar acciones a este plan maestro.
Es evidente que la política de planeación sexenal ha servido para gobernar con políticas públicas y con ello evitar que se gobierne a capricho de los mandatarios. Sin embargo, este instrumento al ser temporal y sin vinculación de responsabilidades, ha dejado la puerta abierta para que el país se reinvente cada vez que llega un nuevo mandatario y con ello, no tenemos una efectiva política de estado.
No es casual el desencanto de la sociedad por el escaso avance en materia económica, social y de seguridad. El origen es ese borrón y cuenta nueva al que nos tienen acostumbrados las autoridades y que estamos pagando caro por la desatención a la profesionalización de los policías; la desatención en la inversión educativa que presenta un rezago en la oferta-demanda de casi el dos por uno; por la corrupción y por la impunidad que se mantiene vigente.
Una posible solución para resolver el problema es visualizar qué país queremos ser para mediados de siglo. Si para el 2050 nos vemos como una de las primeras potencias mundiales. Si nos visualizamos con niveles de corrupción bajos, como hoy Dinamarca o Suecia con una calificación de 9.3 puntos sobre 10 otorgado por Transparencia Internacional (hoy estamos en 3.0). Si estaremos ubicados entre los 10 primeros lugares del Índice de Desarrollo de la Educación de la UNESCO (hoy ocupamos el lugar 57 de 127 países). Si la resolución jurídica de homicidios será del 90% (hoy es de 20% cuando el promedio de los países avanzados es de 74%). Si seremos un país más igualitario, donde el ingreso promedio del 10% de los hogares mexicanos más ricos sea sólo ocho veces mayor al ingreso del 10% más pobre (hoy según la OCDE es de 26 veces mayor).
Si construimos juntos una visión de país para entonces hacer la carretera del 2013 al 2050, será más fácil implementar un PND que nos ubique en el camino correcto. Teniendo en mente dónde queremos estar, no qué hicimos mal o qué se le ocurre al equipo de gobierno en turno. Con esta visión de lo que sí podemos ser y un camino claro, veremos que todos somos generadores de futuro y por lo tanto responsables de nuestro destino.
Me parece que este es uno de los caminos que podemos seguir para reducir la pobreza; vivir con seguridad; construir ciudadanía responsable; una educación de calidad; un campo productivo; etcétera. En las próximas semanas sabremos si el presidente electo, Enrique Peña, quiere seguir con un esquema de país de corto plazo y un PND sólo para diferenciarse del gobierno anterior o se va a lanzar a mirar dónde queremos estar en el 2050 para darnos la esperanza del país que sí queremos ser.
Ex subsecretario de Educación Pública