En la reserva nacional de Shaba, en el centro de Kenia, además de las jirafas masái, las cebras, los impalas o los leopardos, una nueva especie se ha apropiado del parque: las langostas. “De repente llegó una nube enorme que hasta tapaba el sol”, comentan los guardabosques en la puerta de entrada.
“Mingi, mingi”. Allá a quien preguntes en este parque de safari, siempre surge ese “muchas, muchas” en suajili, y es que las langostas -unos insectos voladores parecidos a los saltamontes que viajan en manada, causando gran devastación a las zonas verdes que invaden- han venido a millones.
A Philip Githonga, la llegada lo agarró trabajando en esta reserva natural: “Fue como en las películas, parecía una nube enorme de polvo que no dejaba ver la luz”.