Orizaba.- México regaló al mundo las piñatas. Eran una ofrenda a Huitzilopochtli, el dios del sol y de la guerra, y ahora son parte de una tradición que no puede faltar en temporada navideña.
Originalmente fueron ollas de barro decoradas de múltiples colores y llenas de dulces, fruta, sorpresas, sobre todo de mucha alegría.
“Una piñata es una olla de barro o de cartón, o una estructura de alambre cubierta de papel maché y adornada de colores, que en su interior contiene frutas y dulces; se cuelga de una cuerda o de lo alto para ser rota con un palo o garrote por una persona, y que al romperse libera su contenido”, expresó Luis López Guarneros.
Las piñatas constituyen un elemento central de los cumpleaños y otros eventos festivos de celebración como la Navidad.
El entrevistado, explicó que ganó consecutivamente en el 2003 dos concursos organizados por la Casa de Cultura, en Ciudad Mendoza.
En ese entonces, las elaboró con figuras de un guajolote y un gallo, con cazuelas, papel china, fue tradicional y ganó el certamen.
Según lo narra Marco Polo en su libro Il millione, también conocido como Los viajes de Marco Polo, las piñatas son originarias de China, en donde se utilizaban para las celebraciones de Año Nuevo.
Posteriormente, Marco Polo llevó esta tradición a Italia país en donde se adaptó a las festividades de la Cuaresma.
De allí pasaron a España, desde donde se difundió la práctica de la piñata a México, donde se hizo muy popular.
Sin embargo, también existe evidencia de que los mexicas realizaban una festividad similar para celebrar al dios Huitzilopochtli, recordó la fuente.
A principios del Siglo XVI, los misioneros españoles que llegaron a América atrajeron a los habitantes a sus ceremonias utilizando piñatas.
Pronto utilizaron la piñata como herramienta de evangelización en el Nuevo Mundo.