Juan José Enríquez
El Buen Tono
Mixtla de Altamirano.- Ante la falta de servicios funerarios, cuando una persona fallece en la Sierra de Zongolica, y sus familiares carecen de dinero suficiente para comprar un ataúd, envuelven el cuerpo entre cobijas, lo ponen en un petate, y cargan con palos para llevarlo a sepultar.
Lo accidentado de los caminos de las comunidades rurales, hace que morir en esta parte del estado sea una doble tragedia, pues el duelo se vive de distinta manera.
Al fallecido se le vela en su hogar. Se acude a misa de cuerpo presente, y de ahí al cementerio. Si es que era católico. De lo contrario, sólo se reza y se va al panteón municipal.
En el caso de los habitantes de Mixtla de Altamirano, se puede observar en las gráficas que sólo los familiares asisten al entierro.
Tres jóvenes fuertes cargan entre palos al finado, quien yace en el interior de un ataúd sencillo. Los vecinos del pueblo se acercan a los dolientes y le dan el pésame a los hijos, hermanos, viuda o viudo.
Durante el velorio se escucha el llanto, se observa la tristeza, y sobre todo, el cansancio por la velada, estos sentimientos se hacen patentes en la parroquia, y en el camposanto al que acuden.
En las ciudades, el féretro viaja en la carroza hasta los templos, y de ahí al cementerio. En las zonas indígenas, el ataúd es llevado en los hombros, o en este caso atado a dos palos con cuerdas para hacer más fácil el traslado.
