M. Escobedo.- En la región todavía persiste el machismo, el hombre se considera dueño de su esposa o pareja, lo que provoca violencia en contra de las mujeres, manifestaron autoridades municipales.
Destacaron que lo peor es que ellas se quedan calladas y soportan el maltrato del que son objeto en el seno de sus hogares, “es una actitud que aprenden desde muy chicas, se les enseña a obedecer al varón y a hacer lo que él dice”.
Destacaron que actualmente se trabaja para erradicar esa situación y ayudar a las féminas a valorarse y empoderarse para salir adelante por sí mismas.
Indicaron que ese tipo de situaciones se registra con mayor frecuencia en municipios como Mariano Escobedo y La Perla, sobre todo en las comunidades alejadas, donde se guían por usos y costumbres.
De acuerdo con la presidenta del DIF, Rosario Bautista Romero, al inicio de su Administración se encontraron con un sinnúmero de casos de féminas que sufrían humillaciones, las golpeaban y violentaban psicológicamente.
“Todo se lo callaban, decían querer mucho a sus parejas y justificaban los golpes con la idea de que ellas habían hecho algo malo y por tanto se merecían ese trato”, expresó.
Precisó que se trata de una idea errónea, porque nadie tiene derecho a agredir a otro y menos a una dama, por lo que trabajan para cambiar esa mentalidad que persiste.
Aceptó que desafortunadamente en las comunidades todavía existe el machismo, que generan las mismas familias, pero con pláticas de concientización esperan erradicar el problema en los próximos años.
Dijo que ofrecen a las afectadas ayuda psicológica, legal y en ocasiones hasta económica si lo requieren.
En La Perla, el alcalde Joel Vázquez Lucas responsabilizó a las madres del machismo que todavía impera, “adoctrinan a sus hijas en una cultura de sumisión y obediencia con indicaciones tales como: obedece a tu padre, a tus hermanos y si te dicen que hagas tal acción, hazla, aunque no quieras, porque ellos son hombres y tú sólo una mujer”.
Añadió que el problema viene después, cuando se casan y el esposo las trata como objeto, pero sobre todo, al negarse a denunciar por temor al qué dirán, a quedarse sin apoyo económico o solas con sus hijos y sin ninguna actividad para sostenerse por ellas mismas.