Yanga.- Son seis las familias que perdieron sus bienes y ahora no tienen dónde vivir, luego de que con las lluvias, la creciente del río Seco socavara los terrenos donde tenían sus viviendas, dos de ellas ya devastadas por las aguas.
Rosa Hernández, de 60 años, es la propietaria de una de las dos casas que dejó el desastre natural.
Desde hace varios meses ella optó por salir del lugar, para irse a rentar un cuarto al centro de Yanga y ahora se dedica a la venta de comida en un estanquillo, donde apenas y saca para ir pagando los meses de renta.
Ella ya tenía pensado regresar a su casa, al pie del río, para dejar de pagar la renta y empezar a ahorrar, pero ahora sus planes se han frustrado.
Narra que el problema fue porque metieron maquinaria al río para dragarlo, pero encauzaron la corriente hacia el lado donde están las casas.
Del otro lado no escarbaron, ahí echaron más piedra para proteger unos terrenos que son de una persona que tiene familia en el ayuntamiento.
Agobiada por el trabajo diario, la mujer cuenta que en su casa todavía viven dos de sus hijos, y un tercero, que la ayuda en el negocio, está con ella.
“Mi hijo menor y yo nos tuvimos que salir a rentar, pero mis otros dos hijos siguen viviendo ahí, porque no tenemos a dónde ir. El mayor tiene un taller de muelles y de vez en cuando le caen trabajos, pero si no es así, no tiene trabajo”.
La tormenta que cayó la madrugada del miércoles siguió desbordando el río, junto a las casas, y socavó el puente del camino a San Joaquín.
Una de las casas, propiedad de María de Jesús “x” fue destruida por el río, que también se llevó una cocina y unos chiqueros que había en la casa de Rosa, la cual prácticamente está “volando” a la orilla del acantilado del río. Por fuera pueden verse varios bienes de la familia y hasta un tanque de gas.
Desde ese día, los afectados se quedaron esperando algún tipo de ayuda de las autoridades, ya que es urgente que los reubiquen.
“Nadie nos ha venido a ver, ya llevamos 18 años viviendo en ese lugar, pero siempre nos engañan que nos van a ayudar y nomás son puras promesas”, cuenta la mujer con el rostro desencajado.
Y agrega:”Hubo un presidente que nos dio papeles para poder vivir en ese lugar. Después pasaron otros alcaldes que no nos ayudaron y hasta la fecha seguimos esperando. No queremos que nos regalen, pero que nos den facilidades para conseguir un lugar para vivir porque estamos en peligro”.
Mencionó que “ahí había seis familias que tienen hasta niños, y que ahora no tienen dónde vivir, porque el río va a seguir escarbando hasta que se lleve todo. Ahorita uno de los vecinos pidió ayuda al gobernador Javier Duarte, a través del internet, pero quién sabe si le vayan a hacer caso”.
Por otro lado, habitantes del poblado San Joaquín temen que por las lluvias el puente pueda colapsar.
Debido a la intensidad de la corriente, se ha socavado la base del puente, del lado del poblado.
Incluso con el paso de vehículos ligeros la estructura se cimbra, cuentan los vecinos, mientras pasan a pie por el lugar.
Por ello, solicitan que las autoridades competentes intervengan para buscar una solución, antes de que los daños puedan ser mayores.
Antonio Osorio
El buen tono