AGENCIA
Salina Cruz.- Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa estatal más importante de México, enfrenta una tormenta de irregularidades que van desde contratos opacos hasta desastres ambientales, dejando al descubierto un sistema plagado de corrupción y falta de rendición de cuentas.
La refinería de Salina Cruz, en Oaxaca, se ha convertido en un símbolo de cómo la narrativa de autosuficiencia energética choca con la realidad. El 7 de septiembre de 2024, un derrame de hidrocarburos en sus instalaciones desató un incendio que cobró la vida de dos trabajadores y contaminó Bahía La Ventosa. Mientras tanto, más de mil contenedores con productos químicos peligrosos de Concordia Chemical se acumulan sin control en las instalaciones, agravando los riesgos ambientales.
En el centro de las acusaciones está Emigdio Enríquez Merlín, alias “Miyo”, un empresario de Cosoleacaque que, gracias a sus conexiones políticas y empresariales, ha escalado posiciones en Pemex. Su estilo de vida ostentoso, que incluye autos de lujo y un jet privado, refleja los millonarios contratos obtenidos a través de adjudicaciones directas y cuestionables operaciones vinculadas a Petrogesa y otras empresas químicas.
Bajo la supervisión de altos mandos de Pemex, como Eduardo Padilla Yebra y Yamil Kuri Alonso, se han realizado compras masivas de productos químicos. Estas transacciones, justificadas como estrategias de almacenamiento, representan ganancias millonarias pero están plagadas de irregularidades. Trabajadores han denunciado contratos simulados y la contaminación de sistemas de drenaje con residuos peligrosos.
A pesar de la gravedad de los hechos, la respuesta de las autoridades ha sido limitada. Un expediente clave (1622/2024/PPC/PTI/DE10) permanece abierto, pero las sanciones son escasas. Mientras tanto, Pemex y la Secretaría de la Función Pública avanzan lentamente en las investigaciones.
Aunque el gobierno presume haber alcanzado la autosuficiencia energética, el 70% del combustible consumido en México sigue siendo importado. Este contraste subraya la brecha entre las promesas oficiales y los problemas estructurales que enfrenta Pemex.
Aníbal Carrasco Sánchez, un ingeniero que denunció actos de corrupción, es un ejemplo del costo humano. Tras ser despedido injustamente, enfrenta problemas económicos y de salud mental, mientras Pemex ignora una sentencia que exige su reinstalación.
Pemex no solo debe investigar a fondo estas irregularidades, sino también implementar planes efectivos para mitigar los daños ambientales y garantizar justicia para los trabajadores afectados. Sin acciones contundentes, la petrolera continuará en el “ojo del huracán”, erosionando la confianza pública en una de las empresas más emblemáticas de México.