- Dice científica
- El apoyo que obtuvo Lizbeth Vásquez le fue otorgado en el marco del Programa para el Desarrollo Profesional Docente.
- En la actualidad se carece de un tratamiento para curar la enfermedad.
- Adultos mayores son los que más sufren por el padecimiento.
Xalapa.- El Parkinson es una de las enfermedades neurológicas de mayor incidencia, la segunda más frecuente y la de mayor crecimiento a nivel mundial, con efectos discapacitantes progresivos que reducen de manera muy importante la calidad de vida de quienes la padecen.
La Dra. en Investigaciones Cerebrales por la Universidad Veracruzana (UV), Lizbeth Vásquez Celaya, manifestó lo anterior e indicó que implica la pérdida de las células nerviosas encargadas de producir dopamina, una sustancia química segregada en el cerebro que es responsable de las funciones motoras, el comportamiento, cognición, memoria, sueño y los sistemas de recompensa, entre otros.
En la actualidad, destacó, no existe un tratamiento que cure definitivamente el padecimiento, por lo que la búsqueda de opciones que ayuden a paliar sus síntomas resulta preponderante.
De esta manera, quienes viven con Parkinson deben enfrentarse a problemas como la rigidez y el temblor del cuerpo, la lentitud en la ejecución de los movimientos, alteraciones del sueño, problemas digestivos, dificultad para tragar y masticar, depresión y cambios de humor, afectaciones del habla, pérdida de la memoria y muchos otros síntomas que pueden controlarse, con limitaciones, pero no erradicarse.
Del intestino
al cerebro
Como sucede en la mayoría de las enfermedades crónico-degenerativas, se considera que los factores genéticos y ambientales, aunados al envejecimiento, actúan como desencadenantes de esta grave enfermedad.
Para su actual investigación, Vásquez Celaya puso especial atención en las propuestas que, sustentadas en evidencia, mencionan que uno de los posibles orígenes de la enfermedad de Parkinson podría encontrarse a nivel intestinal y desde ahí ascender hasta el cerebro.
“En los pasados 15 años se acumularon evidencias que muestran que las alteraciones en la microbiotaintestinal podrían inducir estados inflamatorios crónicos capaces de desencadenar afecciones como el asma, enfermedades inflamatorias crónicas, obesidad e incluso Parkinson”, indicó la becaria e investigadora.
Agregó que investigar en torno a este proceso patológico permitiría aportar nuevos conocimientos sobre su fisiopatología y adoptar medidas dietéticas y terapéuticas que mejoren y, en el mejor de los casos, prevengan la enfermedad de Parkinson.