Este domingo, el Papa Francisco, quien aún se recupera de una neumonía, apareció desde el balcón de la Basílica de San Pedro en el Vaticano para ofrecer su tradicional bendición “Urbi et Orbi”, dirigida tanto a la ciudad de Roma como al mundo entero. A sus 88 años y en silla de ruedas, el Pontífice compartió un mensaje de esperanza y preocupación, mientras millones de fieles se congregaban en la Plaza de San Pedro para celebrar el Domingo de Resurrección.
Con un cálido “Feliz Pascua”, el Papa Francisco, sin las cánulas nasales para el oxígeno, se dirigió a la multitud, destacando su preocupación por el creciente antisemitismo a nivel global y denunciando la “dramática e indigna crisis humanitaria” que se vive en Gaza. En su mensaje, reafirmó su llamado a un alto al fuego, subrayando que “la paz no es posible sin libertad religiosa o libertad de pensamiento”.
“Apelo a las partes beligerantes: que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente, que tiene hambre y que aspira a un futuro de paz”, declaró el Papa con firmeza, mientras su mensaje era leído por un colaborador debido a su estado de salud.
Durante la misma jornada, y en un gesto de continuidad en su agenda de trabajo, el Papa Francisco recibió al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en una reunión privada que tuvo lugar en la residencia de Santa Marta. Este encuentro, ocurrido poco después de las celebraciones pascuales, se dio en un contexto de tensiones políticas, dado que el Papa había expresado previamente su crítica a la política migratoria del gobierno de Donald Trump.
A pesar de sus dificultades de salud, el Papa Francisco sigue siendo un firme defensor de la paz, la justicia y la dignidad humana, reflejando en su mensaje de Pascua su compromiso con los valores fundamentales del cristianismo.
