Pese a que Gastón Azcárraga, quien fuera el principal propietario de Mexicana de Aviación, tiene desde hace semanas varias órdenes de aprehensión en su contra por el fraude cometido contra esa empresa, que dejó deudas por más de dos mil millones de dólares (canalizados hacia diferentes empresas y personas), sus socios y aliados siguen tratando de apoderarse de los pocos activos que le quedan a la desaparecida aerolínea, a pesar de que con ello dejarían en un completo vacío a los miles de trabajadores a los que despojaron de sus trabajos, sus salarios, sus pensiones.
En estas horas la juez undécimo de distrito en materia civil en el DF, Edith Alarcón, que lleva el concurso mercantil de Mexicana, debe decidir a favor de la constitución del Fideicomiso Mexicana-MRO, el único acuerdo, con los acreedores de la empresa, que le permitirá a sus trabajadores y pensionados resarcir, aunque sea mínimamente, los despojos a los que fueron sometidos.
El MRO es el taller de mantenimiento de Mexicana, el único de sus activos que continúa funcionando, no tiene pasivos laborales significativos, es rentable, cuenta con autorización para operar como taller de mantenimiento de los gobiernos de México, Estados Unidos y la Unión Europea, que es su principal valor, sobre todo en el caso de la autorización estadunidense porque las autoridades de ese país han determinado ya no expedir más autorizaciones para bases de mantenimiento fuera de su territorio.
Formalmente, el MRO sigue siendo propiedad de Tenedora K de Jorge Gastélum, quien como usted recordará compró la empresa y todos sus activos, incluyendo aviones, edificios y el propio MRO, en apenas mil pesos a su socio y amigo Gastón Azcárraga, que está realizando presiones a través de los sindicatos afectados para evitar la conformación del fideicomiso, con el mismo argumento que han utilizado durante estos cuatro años: que ya vienen nuevos compradores.
Es una farsa, no hay nuevos compradores para Mexicana. Desde que dejó de volar hace tres años y siete meses, este grupo ha presentado 30 presuntos “nuevos comparadores” postergando así el concurso mercantil que debía resolverse máximo en un año. Ninguno de esos “compradores” fue serio, y ninguno pudo acreditar que contaba con los 300 millones de dólares que se requieren, no para saldar las deudas de Mexicana que son superiores a los dos mil millones de dólares, sino para que la aerolínea pueda volver a volar. Pero, además, ¿quién estaría dispuesto a realizar una inversión de esas características cuando, con un tercio de esa cantidad se podría crear una nueva aerolínea sin adeudos, costos sindicales ni conflictos laborales y empresariales?
Lo terrible de esta historia es que conscientemente o no, algunos líderes sindicales siguen prendidos a la oferta de los Azcárraga, Gastélum y compañía que cada vez que se aproxima una fecha fatal, aparecen con la promesa de que ahora sí aparecerá un mecenas dispuesto a entregar generosamente su dinero para rescatar una empresa que, lamentablemente, por esa vía no tiene salvación. Haber defraudado y estafado a trabajadores y empresas es sin duda un delito grave que debe ser castigado, pero jugar además con las esperanzas de quienes han perdido todo para seguir exprimiendo lo poco que queda de la empresa expoliada, es sencillamente criminal. Ojalá la justicia comience a actuar, reactivando lo que se pueda de Mexicana y castigando a los culpables de su virtual quiebra.
El narco, territorial y familiar
Recuerdo, hace ya muchos años, haber escuchado una plática de Giovanni Falcone, aquel mítico fiscal antimafia italiano, asesinado por esos criminales en Sicilia en 1992. Decía Falcone, y lo han retomado muchos, que la gran diferencia de las organizaciones tipo mafiosas sobre otros criminales organizados, es que aquellas basaban su poder en su control territorial y familiar. El organigrama del cártel de Sinaloa que se desprende de las declaraciones ministeriales de Carlos Hoo Ramírez publicadas el miércoles en Excélsior, confirma exactamente esa descripción.
Una vez más se ratifica lo que hemos dicho hace mucho: el cártel de Sinaloa en realidad es un hoolding, una organización horizontal, no vertical; El Chapo era jefe y símbolo, pero no controlaba todas las partes de esa maquinaria; y los lazos familiares, de compadrazgos y de extrema amistad son los que determinan las verdaderas relaciones y acuerdos entre sus líderes. Por eso mismo la versión de que Zambada entregó a El Chapo no me resulta creíble.
Y dentro de esa lógica me llamó profundamente la atención un punto: Hoo Ramírez habla de todos, de El Chapo, sus mujeres y sus hijos, de Zambada, de otros posibles sucesores. En el único momento que calla y simplemente dice “no sé” es cuando se le pregunta sobre Juan José El Azul Esparragoza. Hay silencios estruendosos.