Se le vio y se le escuchó hablando con sentimiento, sin ataduras, de un tema que evidentemente lo ha marcado
Afortunadamente me ha tocado escucharlo hablar en vivo en más de una ocasión. Y aún siendo el gran orador que es, Obama muchas veces parece que se está conteniendo. Que no está diciendo todo lo que siente ni lo que piensa. El viernes que apareció por sorpresa en la sala de prensa de la Casa Blanca para la rueda de prensa de rutina de su vocero, Jay Carney, Obama se vio y se escuchó distinto.
Se le vio y se le escuchó hablando con sentimiento, sin ataduras, de un tema que evidentemente lo ha marcado: el racismo.
Tras una semana de movilizaciones en las calles y de debates en la prensa escrita y hablada, Obama, el primer Presidente afroamericano, decidió hablar de lo que significa crecer como un hombre de color en Estados Unidos.
Al hacerlo evidenció que el caso Trayvon-Zimmerman fue, cuando menos desde su punto de vista, un tema que sucedió por el racismo en la sociedad estadunidense y el estereotipo que conlleva el físico de cada uno en las relaciones con los demás.
Trayvon Martin, el joven afroamericano de 17 años que, caminando de regreso a su casa en una noche lluviosa, tras haber comprado unos dulces y un refresco en la tienda de la esquina, resultó muerto por el balazo que le dio George Zimmerman, el guardián de la vecindad, blanco, que se sintió amenazado.
¿Por qué se sintió amenazado Zimmerman? ¿Por qué decidió seguir a Martin, bajarse del auto, entrar en un enfrentamiento con el joven y dispararle a quema ropa?
La respuesta según Obama estuvo en el color de su piel. Según el jurado que dejó libre a Zimmerman bajo la ley de Florida que permite que ante la duda razonable de sentir una amenaza a tu vida puedes responder con la mayor fuerza, el color de Trayvon no tuvo nada que ver en su asesinato.
Trayvon pude haber sido yo hace 35 años, dijo Obama. Y es cierto. Cuando Obama tenía 17 años, era un adolescente de un matrimonio roto, con padre extranjero, madre prácticamente soltera, viviendo en Hawai.
Y por ello, ¿es justo pensar que su vida valga menos que la de cualquier otro adolescente de 17 años, blanco, que vive en una casa tradicional, con padres casados y estudios en escuelas privadas?
Evidentemente no. Pero esta pregunta ha despertado el debate sobre racismo una vez más en Estados Unidos. Un debate que en México nunca hemos tenido que dar pero que, sinceramente también habría de tenerse.
Dijo Obama que casi a cualquier hombre de color en EU le ha pasado que ve a una mujer abrazar más fuerte su bolsa cuando este hombre se sube al elevador. O escucha como cierran los seguros de los automóviles cuando pasan caminando por la calle. O que son seguidos por elementos de seguridad cuando caminan por un centro comercial.
Las sociedades racistas marcan diferencias entre sus ciudadanos. Le sucede a la norteamericana y por ello han peleado una guerra civil y han tenido movimientos nacionales como el encabezado por Martin Luther King.
Todas estas discusiones los han hecho evolucionar aún cuando no han logrado sellar las heridas.
En México, en donde también hay racismo; en donde también hay físicos que asustan a la señora del elevador ¿cuándo abriremos este debate? ¿cuándo lograremos que todos nos sintamos iguales ante la ley?
Twitter: @AnaPOrdorica