>> El punto fuerte fue el anuncio de esa suerte de grupo de alto nivel para revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
Las apenas 20 horas que Barack Obama estará en México —se va hoy poco antes de la una de la tarde— deberán ser necesarias para resanar la distancia que se percibía entre el gobierno estadunidense con el de Enrique Peña Nieto. Y es que esta visita, a pesar de la anticipada agenda que se anunció y donde el tema de seguridad no figuró como una de las prioridades, se da en un momento en que justo este asunto ha sido señalado recurrentemente por medios estadunidenses, poniendo el dedo en la muy cercana relación entre el gobierno de EU con el de Felipe Calderón, y que abrió brecha a la llegada de Peña Nieto a Los Pinos.
La intención de ambos presidentes de centrar la atención en los temas anunciados —comercio y sector energético— no les redituó del todo un agua en calma, al menos no en los primeros momentos en que se les vio juntos. Y es que, a bote pronto, en un mero ejercicio de lectura de semblantes, dieron la impresión, al salir de la conferencia de prensa que ofrecieron en Palacio Nacional, de sentirse, no incómodos, pero sí no del todo convencidos de que el tema de seguridad será fácil de esquivar.
Y es que, si de lectura de semblantes y detalles hablamos, esta visita de Obama —la cuarta a nuestro país, aunque la primera con un Presidente de extracción priista— también da otro mensaje más. De entrada, vino solo, ni su esposa Michelle ni un secretario de Estado lo acompañó, llegó con funcionarios de segundo nivel. Vaya contraste con el recibimiento que le dio Enrique Peña Nieto, quien lo esperó en Palacio Nacional junto a los integrantes de su gabinete. Y no es que tuviera que venir con toda su cuadrilla de funcionarios, pero resulta extraño que su visita se haya dado así, con él a solas… será tal vez indicador de que no debemos esperar mucho de ésta, la que será su —creemos— primera estancia en nuestro país durante el sexenio de Enrique Peña, y que deberemos esperar un poco más para una reunión entre ambos donde se firmen compromisos.
De lo escuchado en la conferencia de prensa como resultado de ese primer —y breve— encuentro en Palacio Nacional, el punto fuerte fue el anuncio de esa suerte de grupo de alto nivel para revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, una de las integraciones comerciales más antiguas del mundo y que ha funcionado mejor que muchas otras, incluso por encima a la emprendida en la Unión Europea, que hoy enfrenta uno de sus peores momentos. Y es que el TLCAN está a punto de contar sus primeros 20 años, y una revisión que pueda pulir aquello que no ha permitido llegar a esa equidad económica que se buscaba entre los tres países afianzaría esta exitosa alianza. Lo que se pretende, entonces, es que con este grupo de revisión que estará integrado por altos funcionarios de los países miembros del tratado, las relaciones comerciales entre los tres se fortalezcan. Aunque, claro, mención aparte merece el lazo entre México y Estados Unidos en este sector, pues ambos representan para el otro uno de sus socios comerciales más importantes. Sin duda éste era el punto subrayado en la agenda anunciada hace unos días para este encuentro, la razón por la que el tema de seguridad tuvo que descender varios lugares en la lista de prioridades.
Para la tarde hoy ya podremos tener un panorama completo de lo que significó esta visita de menos de 24 horas del presidente Barack Obama a nuestro país que, a simple vista, parecería un mero tanteo del terreno al gobierno de Enrique Peña Nieto.