Concluye el quinto año de Barack Obama como presidente de Estados Unidos de manera negativa. Un año horrible para quien llegó a la Casa Blanca como la gran promesa de cambio para su país y para el mundo.
Obama se encuentra en el peor momento de su administración. Más aún si lo comparamos con el panorama de hace doce meses, cuando acababa de ganar una sólida campaña de reelección al republicano Mitt Romney.
Hoy, Obama es el segundo presidente peor evaluado en la historia de EU desde la posguerra. Un 43 por ciento de los norteamericanos está de acuerdo con su manera de gobernar y 55 por ciento en desacuerdo, según la más reciente encuesta publicada por el Washington Post y la cadena ABC.
Ni George W. Bush tenía tan bajo nivel de aceptación (47% de acuerdo/52% desacuerdo). A estas alturas de sus gobiernos, todos los presidentes estadunidenses han tenido niveles de aceptación por arriba de 50% salvo Richard Nixon, que tenía apenas 29% de positivos al atravesar por el escándalo de Watergate.
Terrible escenario para un presidente cuyo partido acudirá a elecciones intermedias el año próximo. Obama hoy no puede contagiar de capital político a su partido, aun cuando por la división y el extremismo en los republicanos, los demócratas deberían arrasar electoralmente.
¿Qué le ha pasado a Obama?
Por una parte, su encanto como el hombre de los discursos ha dejado de atraer. Mucho ruido y pocas nueces, parecen decir tanto sus promotores como sus detractores. No se puede sacar adelante a un país sólo a base de buenos discursos.
Obamacare, el plan de salud que en el primer periodo de su presidencia fue visto como uno de sus mayores aciertos, hoy es un enorme fracaso por problemas tecnológicos de su plataforma, lo que ha minado su credibilidad y manchado la joya de la corona de sus políticas públicas.
¿Cómo puede Obama permitir que una falla en la página de registro de usuarios de seguros tumbe su reforma más importante? Es la pregunta que se plantean los norteamericanos hoy.
Más allá de Obamacare, las políticas que ha prometido impulsar en materia de control de armas, migración y presupuesto a largo plazo, simplemente no han sucedido. Su saldo a favor es así casi cero.
Por ello los estadunidenses ya no saben en quién depositar su confianza. A la pregunta de ¿quién puede manejar mejor los problemas del país, republicanos o el gobierno demócrata de Obama? La respuesta está empatada en un 41%. Hace un año la ventaja para Obama era de 15 puntos porcentuales en la misma pregunta.
Lo dicho, este 2013 ha sido un annus horribilis para Barack Obama.