in

¿No qué no?

Superiberia

Es una inmadurez de la sociedad el no entender que los enfrentamientos armados son parte fundamental de una estrategia para someter a la delincuencia
organizada a niveles normales

El martes 23 de julio el Gobierno Federal, los partidos políticos y los críticos del Gobierno pasado tuvieron un encuentro con la realidad en Michoacán, con el resultado de dos policías federales muertos heroicamente en cumplimiento de su deber y 22 presuntos criminales muertos. Presuntos, porque presuntamente organizaron una presunta emboscada, para que con sus presuntas armas de fuego presuntamente dispararan en contra de las autoridades.

Lo que en el sexenio pasado se hubiese responsabilizado, en el gobierno parece estar justificado hoy por algunos. Vamos a esperar y ver si el señor Sicilia reaparece con su estrategia de paz y poesía contra la violencia; pero por lo pronto el control mediático del asunto de inseguridad pública o el evitar enfrentamientos claramente no soluciona el asunto de tener grupos armados organizados para cometer delitos.

Nunca he entendido por qué en México la sociedad critica tanto al Estado cuando utiliza la fuerza pública para someter a los delincuentes y, sin embargo, se aplaude cuando el Estado por medio de la Cofepris, el SAT o la Profeco imponen sanciones en contra de empresas que violan las regulaciones aplicables. Es el mismo principio, es el mantenimiento del orden y del Estado de derecho para protección de las mayorías. La fuerza del Estado en estos casos se aplica en diferentes dosis y mecanismos por tratarse de situaciones distintas. No es lo mismo engañar con publicidad que organizar secuestros sistemáticos.

Por lo tanto, creo que es una inmadurez de la sociedad el no entender que, aunque no nos gusten, los enfrentamientos armados son parte fundamental de una estrategia de someter a la delincuencia organizada a niveles normales. ¿Qué genera muertes violentas? Pues sí, pero el Estado debe someter a quien violenta el orden mediante la fuerza pública, y la sociedad no debería generar el descontento contra el gobierno que actúa, porque puede resultar en la inhibición de las responsabilidades del Estado.

La inmadurez de la sociedad se refleja también en el origen del problema. Como bien sabemos y hemos visto casos probados en estadística en ciudades como Tijuana y Ciudad Juárez, los principales y más eficaces responsables de la seguridad pública son los gobiernos municipales, seguidos de los gobiernos estatales. Sin embargo, las sociedades no participan activamente con los gobiernos locales y municipales para exigir la actuación de las autoridades. En muchos casos, ganan los candidatos de los mismos partidos que generaron el desastre, como si la democracia no fuera una forma de calificar y seleccionar opciones y se tratara de un mecanismo de mantenimiento del status quo.

Lo he escrito muchas veces porque estoy convencido, la democracia no es virtuosa y no genera desarrollo por sí misma, debe ir acompañada de otras condiciones que no todas las sociedades tienen. 

La democracia funciona como disparador de desarrollo cuando viene acompañada de participación social, competencia y orden por medio de un Estado de derecho, pero para llegar al Estado de derecho desde el desorden tiene que haber violencia porque se tiene que usar la fuerza pública. 

Si los ciudadanos de los municipios de Michoacán no utilizan sus derechos para forzar a las autoridades locales y estatales a mejorar sus políticas públicas como en los casos de Tijuana y Ciudad Juárez, están predestinados a vivir un Estado fallido.

Bien por las fuerzas del orden. Gobierno federal: bienvenido a la realidad.

 

                *Abogado y opinante

                llomadrid@gmail.com

 

                Twitter: @LlozanoO

CANAL OFICIAL

Siguen las quejas vs. Policía Estatal

“Mito de columnas” el pleito Osorio-Videgaray