CDMX. – “Ya se acabó la gallina de los huevos de oro”, expresó el Presidente Enrique Peña Nieto, refiriéndose al desplome de la extracción petrolera en el País.
El mandatario, aseguró que las reservas petroleras se encuentran en ruta del agotamiento y que el manejo desmedido de los hidrocarburos en años atrás, aceleró el desecamiento del pozo Cantarell, en el Golfo de México, que por más de cuatro décadas ha financiado importantes obras de infraestructura y programas sociales en el País.
Ante empresarios y en medio de un panorama sombrío, Peña Nieto insistió en que “la gallina de los huevos de oro se nos fue acabando, se nos fue secando y de ahí se financiaron muchas cosas y cuando el precio del petróleo estaba alto, el Gobierno tenía excedentes, pero se acabó”.
Luego, reiteró que el aumento en el precio de las gasolinas y el diésel, “fue una medida dolorosa, pero razonable, que además tendrá un impacto positivo en material ambiental”.
Insistió en que el País está entrando a un modelo justo en distintos ámbitos, en “una nueva lógica al amparo del patrón que impera en todo el mundo, y en el que México se había quedado a la zaga”. Ante el reclamo popular por el gasolinazo, que ya ha provocado que al menos dos gobernadores redujeran sus salarios y los de su Gabinete, entre otras medidas, el Presidente de la República no mencionó las medidas del Gobierno Federal para disminuir sus gastos. Si ya se acabó “la gallina de los huevos de oro”, ¿por que sigue el dispendio en el gobierno federal, y se sigue permitiendo el saqueo en los estados? Es hora de recortar el número de diputados y el escandaloso financiamiento de los partidos políticos.
Es hora de vender el costosísimo avión presidencial, y de dejar Los Pinos. Si ya en Veracruz supimos que la casa donde habitó Duarte siendo Gobernador, costaba a los veracruzanos 60 millones de pesos al año, ¿cuánto le costará a los mexicanos mantener a la familia presidencial en Los Pinos?
Las medidas tomadas por el Gobierno Federal, sólo lastiman a los gobernados. La clase política y los gobernantes, sus familias y sus negocios, siguen gastando millones de pesos que nunca llegan a la clase trabajadora.