Nota del editor: Carlos Alberto Montaner es escritor y analista político de CNN. Sus columnas se publican en decenas de diarios de España, Estados Unidos y América Latina. Montaner es, además, vicepresidente de la Internacional Liberal. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) — El régimen de Nicolás Maduro declaró persona non grata a Daniel Kriener, embajador de Alemania en Caracas. Le dio 48 horas para abandonar Venezuela. El ministro de Relaciones Exterior alemán, Heiko Maas, ignoró la orden de expulsión del diplomático y “lo llamó a consulta” tras declarar “incomprensible” la notificación venezolana.
¿Por qué era “incomprensible”? Porque Alemania, junto con más de medio centenar de naciones, había reconocido el Gobierno del presidente interino Juan Guaidó y a la Asamblea Nacional como la única fuente legítima de autoridad.
Con base en esa misma premisa, el Gobierno del presidente en EE.UU. desconoció la orden de ruptura de relaciones diplomáticas dada por el presidente “usurpador” Maduro, tras el reconocimiento del presidente interino Guaidó el 23 de enero.
Primero, Maduro les dio 72 horas a los diplomáticos para que empacaran y se largaran del país. Luego, ante la negativa de Washington a cumplir con la orden, extendió a 30 días el plazo para la la salida de parte del personal, en lo que negociaban la creación de una “Oficina de intereses”.
Mike Pompeo, el secretario de Estado de EE.UU., fue contundente en su cuenta de Twitter: “Estados Unidos no considera que el expresidente Maduro tenga la autoridad legal para romper relaciones diplomáticas con EE.UU. o para declarar personas non gratas a nuestros diplomáticos”.
A mi juicio, el efecto que tiene la postura de estos diplomáticos, tanto de EE.UU. como Alemania, es demoledor sobre la zona de influencia que le queda a Maduro y sobre la moral de la Fuerza Armada. Ya han desertado más de 500 militares y lo predecible es que lo hagan muchos más.