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NACIDO PARA PERDER

Superiberia

Aquellos que se fueron con la finta de que el ex diputado federal por Huatusco, Víctor Serralde –o como se llame en realidad- tenía los tamaños para buscar la candidatura de Acción Nacional a la gubernatura pueden ir apagando sus veladoras. 

 

No se puede decir que el próspero constructor de pisos y timador con la obra pública gubernamental se haya caído de la palestra de aspirantes naturales a dicha postulación pues nunca estuvo en ella.

 

Es cierto, él mismo costeó promociones en la prensa con el fin de levantar un tinglado imaginario que lo presentaba como un excelente operador electoral y muy cercano a la dirigencia nacional del partido.

 

 Sin embargo tal mentira se diluyó el pasado 7 de junio cuando Serralde no logró ganar uno solo de los cuatro distritos que tenía encomendados. Perdió Orizaba, Zongolica, Córdoba y Huatusco. Los dos últimos fueron los descalabros más sonados. En primer lugar porque él es diputado por Huatusco –pese a que no es originario de dicha demarcación- e inyectó varios millones de pesos en proyectos de obra pública con fines electorales. Lo del agua, al agua, dirían los viejos del pueblo, porque  el dinero repartido no le redituó ganancia en los comicios pasados.

 

 En segundo lugar porque Serralde metió las manos de forma grosera en el panismo cordobés para imponer a Juan Gerardo Perdomo Abella como candidato a la diputación federal, atropellando el proceso interno, minimizando a la propia militancia y creyendo que su bolsa de dinero mal habido sería suficiente para ganar la elección. 

 

Serralde engañó también al ex diputado federal, Juan Bueno Torio que apoyó el manoseo del proceso de selección, y lo hizo morder el polvo junto a él. De hecho, el desaseo de Serralde y Bueno Torio en la pasada elección abrieron la puerta para que el PRI recupere la diputación local en el 2016 y la alcaldía en el 2017. De paso, a Juan Bueno se le redujeron las posibilidades de ser candidato a la gubernatura. Ni modo, por cuarta vez se quedará en la raya.

 

 Serralde también se decía cercano al líder nacional del PAN, Gustavo Madero pero éste ya dejó la encomienda y con el nuevo dirigente, Ricardo Anaya no hay buenas migas. Así no tiene asidero en el altiplano porque además se distanció con uno de sus impulsores, Miguel Ángel Yunes Linares, quien hoy es diputado federal y la semana pasada fue nombrado coordinador de la bancada veracruzana de los azules. Probablemente Yunes Linares será candidato de nueva cuenta a la gubernatura veracruzana y por el momento, Serralde está apartado de posiciones en la futura planilla.

 

 Es más, su margen de influencia a nivel estatal sigue estrechándose.  El viernes pasado, el dirigente estatal, Jesús Mancha Alarcón –con quien también se peleó- ordenó el despido de 35 empleados del Comité Directivo ligados a su causa y a la del ex dirigente Enrique Cambranis. 

 

Se entiende, pues, que al interior del panismo veracruzano hay una especie de “purga” para eliminar a los recomendados de ambos personajes. ¿Qué conserva Serralde hasta el momento? La dirigencia panista de Córdoba y una regiduría, de ahí en fuera su estructura se tambalea. Vaya,  le sucedió lo mismo que al carruaje de la Cenicienta del cuento pues de la noche a la mañana se acabó el encanto y volvió a ser la misma calabaza que era antes. En fin, la burbuja se desinfló y quedó como es:  un nacido para perder.

 

TEOREMA DE LO ABSURDO

 

 El gobierno del estado juega con la semiótica para tratar de engañar a la opinión pública al decir que para  “reestructurar” la deuda estatal necesita contratar nuevos pasivos por 5 mil millones de pesos –vaya, lo dice con tanta ligereza como si se tratará de una tanda para comprar zapatos- pero lo que en realidad prepara es un “refinanciamiento”, es decir, conseguir dinero fresco  para pagar algunos compromisos inmediatos e intereses vencidos.  No la van a reestructurar que, en esencia, significaría sentarse con los acreedores para extender plazos y disminuir intereses.

 

 La trampa semiótica es, pues, usar el término “reestructurar” en lugar de “refinanciar” y en todas las reglas financieras es sabido que una deuda no disminuye adquirieron mas deuda. Pagar un pasivo a costa de otro nunca ha funcionado y es lo que hará el gobierno duartista.

 

Pero lo interesante de los nuevos créditos que está por  adquirir el gobierno estatal es que ella pesará también en la fama pública del senador priísta José Yunes Zorrilla, tan solícito con el gobernante en turno para servir de intermediario en la resolución del tiradero financiero. El peroteño se adjudica el mérito –si es que así se le puede llamar- de ser el gran intermediario ante la federación para este “refinanciamiento” disfrazado de “reestructuración”.

 

 Empero, lo que pregona como un trofeo se convertirá en un fardo ya que de concretarse ese nuevo empréstito, Yunes Zorrilla quedará como corresponsable del mismo. 

 

Todavía no llega siquiera a una precandidatura al gobierno estatal y ya estará arrastrando el estigma de ser uno de los artífices del endeudamiento estatal. 

 

Se confirmará que todo lo que toca la fidelidad y su extensión, el duartismo, lo pudren y la buena fama de Yunes Zorrilla entrará en descomposición por andar de acomedido en  levantar el tiradero financiero.

 

Duarte se dice economista y Yunes Zorrilla es administrador de empresas pero es igual de deficiente.

 

 De los dos no se hace uno. Ese par propone para Veracruz un plan de rescate económico que en realidad es sumar deuda sobre deuda para pagar deuda y seguir endeudados. Es el teorema Duarte-Yunes.  Esta propuesta también servirá para comprobar la veracidad del Teorema de lo Absurdo lanzado por el investigador de la Universidad de Stanford,  Estados Unidos, Philip Zimbardo sobre la proclividad de ciertos núcleos poblacionales frente a un bien –algo de valor que en el caso del experimento de Zimbardo fue un automóvil- dejado en la vía pública a merced de los habitantes. Dicho teorema demostró que cuando se coloca ese bien  en un área plagada de bandidos, este inmediatamente comienza a ser desvalijado.

 

 El equivalente local del automóvil del Teorema de lo Absurdo es el nuevo préstamo por 5 mil millones de pesos que el gobierno duartista está por tramitar. Todos saben que el gabinete estatal está lleno de ladrones y entonces ese dinero del nuevo crédito no les durará ni la víspera. Los recursos se esfumarán en un santiamén al igual que sucedió con el dinero de los otros créditos, el de la bursatilización y las participaciones federales.  De todo eso será cómplice el diligente senador José Yunes Zorrilla pues les gestionará más dinero para que se los robe a la velocidad de la luz con su Teorema de lo Absurdo.

 

LA SUCURSAL DEL INFIERNO

 

 Lo contó un colega  francés que acompañó a un amigo latinoamericano para realizar trámites consultares en la capital gala. Al llegar a  las oficinas migratorias se encontraron con un grupo de personas provenientes de  Irak y Afganistán que solicitaban el asilo político pues habían huido de sus países azotados por la guerra. Mientras charlaban haciendo antesala, el periodista les propuso acudir a otros países para presentar la petición de refugio  en el caso de que Francia no se los otorgara y mencionó como opciones a varias naciones de América Latina. Cuando nombró a México,  los migrantes afganos e iraquíes abrieron los ojos y, horrorizados,  lo interrumpieron: “¡No, en México no… hay muertos por todos lados, la violencia es peor que en nuestros países…los narcos son peores que los talibanes y el Estado Islámico!”. 

 

Los afganos y los iraquíes que han vivido guerras atroces consideran a  México como una sucursal del infierno, peor Kabul, Kandahar, Bagdad o Basora, las más azotadas por el conflicto bélico. “Dicen que Veracruz es el más peligroso del planeta, lo dice la ONU, hemos leído en los periódicos”, repetían los asustados afganos.

 

 Tal es la fama de nuestro país bajo la actual administración, misma que si bien tiene algunos rasgos de exageración también tiene mucho de cierto y se debe, en parte, a la incidencia del crimen organizado  que asola a todo el territorio mexicano con la evidente tolerancia gubernamental,  a la impunidad establecida como regla del gobierno y a su sello de intolerancia y represión contra la prensa crítica y opositores.

 

 También es el resultado del pésimo  manejo de la política comunicacional. Tanto de Peña Nieto como sus asesores de imagen se mueven como rinocerontes en estampida sobre un campo minado. Si intentan apagar una fogata provocan un incendio forestal. Los hunde su lengua larga y una perversidad demasiado torpe, ya no se diga deficiencia en la vocación de estadista porque ésta nunca la tuvieron. No se cansan de cometer pifias en materia de comunicación social, y este sexenio debe ser tema de clases en carreras universitarias de comunicación, de publicidad o de relaciones públicas.

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