Tezonapa.- Un ama de casa muy conocida en las poblaciones de Cosolapa y Tezonapa perdió la vida ayer por la mañana, se llamaba Copela Paola Montelongo Burgos, tenía 49 años de edad y era originaria de la ciudad de Puebla. Sufrió convulsiones por una enfermedad crónica que la aquejaba.
Su padecimiento comenzó por la mañana de ayer, provocándole fuertes dolores que trató de controlar con medicamento. Se encontraba sola, en su domicilio de la calle Los Pinos, entre avenidas 5 de Mayo y Agustín Peña, tras de medicarse, instantes después comenzó a sufrir fuertes convulsiones, mismas que desataron una asfixia y a su vez, una repentina muerte.
Jaime Torres Corona, cuñado de la finada fue quien la encontró inerte en el suelo, dentro de un corredor de su casa, al darse cuenta de la situación llamó a sus vecinos que nada pudieron hacer. Tras de ello, llamaron a las autoridades ministeriales para que fuesen a tomar conocimiento de los hechos y se levantara el cuerpo.
Los peritos en criminología llegaron a la escena y tras de examinar las pistas y abrir la investigación correspondiente, informaron de estas posibles causas. Curiosos y paseantes que se iban enterando de la situación se apostaron en la parte baja de la casa esperando ver que se llevaran a la ama de casa. Se escucharon varias lamentaciones de varias personas.
Copela Paola Montelongo Burgos llevaba 26 años de casada con el comerciante de abarrotes Francisco Torres Corona, le sobrevive una hija de nombre Ana Paola Torres Montelongo, de 25 años de edad. Esposo e hija presentaron crisis nerviosa tras de hacer acto de presencia y enterarse de la tragedia, el comerciante colapsó emocionalmente encerrándose en una habitación.
Familiares, amigos, empleados y conocidos se reunieron en el hogar una vez que la noticia ya había corrido por el pueblo. Entre ellos, Margarita Ramírez, empleada de varios años en la abarrotera se dijo sumamente consternada por la pérdida de Copela Paola, así también varios empleados más se expresaron ante este medio de comunicación, profundamente tristes.
De la Readacción
El Buen Tono