AGENCIA
Motozintla, Chiapas.- Las calles de la cabecera municipal de Motozintla lucen desoladas. A partir de las 19 horas, la población se encierra en sus viviendas por temor a ser reclutados por la delincuencia organizada y debido a la presencia de cárteles de la droga que desde el fin de semana se enfrentan, provocando miedo entre los habitantes.
La población describe la situación como un “toque de queda”. Aun si necesitan comprar medicamentos u otros insumos, deben esperar hasta el amanecer para salir. Los criminales amenazan con llevárselos si los ven en las calles, sean hombres o mujeres. Los insumos en Motozintla escasean, y el comercio sufre de desabasto de productos básicos. Los bloqueos en al menos 31 puntos continúan, impidiendo el paso vehicular y permitiendo solo el tránsito a pie o en motocicleta. En el resto de los municipios, la situación es difícil ante la falta de refugios seguros.
Los habitantes de la sierra siguen esperando el arribo del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, quienes no se han presentado en la zona desde hace cuatro días, pese a los cruentos enfrentamientos entre las bandas criminales, dejando a la población en medio del fuego cruzado.
En un video que circula en redes sociales, un grupo de encapuchados, que se identifican como parte del cártel de Chiapas-Guatemala, advierte a su rival, el Cártel de Sinaloa, sobre su llegada a la comunidad de Nuevo Morelia en el municipio de Chicomuselo, pese a los bloqueos instalados. Los encapuchados, con uniforme táctico, armas de alto poder, capuchas y gorras, afirman que su rival ha lanzado amenazas contra personas inocentes y prometen no detenerse en su ofensiva.
Gerardo González Figueroa, investigador del Colegio de la Frontera Sur, afirmó que en los municipios de la Frontera y la Sierra de Chiapas se vive una “guerra entre dos cárteles”, el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación. González Figueroa señaló en una entrevista con Pascal Beltrán del Río para Imagen Radio que esta confrontación es cada vez más intensa en términos de fuerza militar y estrategia de aniquilamiento. La estrategia de seguridad actual no es capaz de detener esta confrontación ni de limitarla a su máxima expresión.
Esta ofensiva implica la disputa de tierras, presas y la producción de café, además de una dinámica sociocultural caracterizada por alta movilidad social, tráfico de armas y trata de personas en territorios controlados. Aunque no todos los que colaboran con los cárteles son forzados, hay quienes lo hacen para evitar presiones del crimen. González Figueroa destacó que el sicariato es un fenómeno común, con jóvenes que aceptan ofertas de hasta 30 mil pesos para ser sicarios, mientras otros se suman para evitar presiones.
Motozintla y sus municipios vecinos continúan sufriendo las consecuencias de esta violenta guerra de cárteles, mientras la población espera una respuesta efectiva por parte de las autoridades para restaurar la seguridad en la región.
