Acostumbrados a pasar por encima de la ley, pues así lo ha marcado siempre su líder Andrés Manuel López Obrador, dirigentes y militantes de Morena se adelantan a los tiempos electorales de manera descarada en el DF.
Conscientes de que nada tienen que perder —pues en realidad nada tienen—, los morenos han iniciado una febril campaña en varias delegaciones políticas, en su desesperación por captar algunos votos en las elecciones del año entrante.
Pueden ser acusados por actos anticipados de campaña, pero eso no les importa. De hecho, buscan que la autoridad los castigue para alegar que son víctimas de la mafia del poder y justificar su derrota.
Los dirigentes de Morena son, en su mayoría, violadores de la ley, empezando por López Obrador que no tiene empacho en mandar al diablo las instituciones, excepto cuando le dan dinero y poder, como el INE, que le dio su registro.
Todo mundo recuerda que por desacato a una orden judicial en 2004, cuando era jefe del GDF, fue destituido, pero una torpe actuación de Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún lo convirtió en mártir y ahí creció.
Pero hay que recordar que históricamente los pejistas que lo siguen han salido enlodados con el dinero.
No hace falta recordar los sucios negocios de René Bejarano, su ex secretario particular, y Gustavo Ponce, se exsecretario de Finanzas —ambos estuvieron presos—, para tener claro la clase de pillos de los que se rodea y con los que se asocia.
Además de estos dos malandrines, El Peje nombró a Martí Batres presidente nacional de Morena. Batres es el mismo al que Marcelo Ebrard echó de la Secretaría de Desarrollo Social y le quitó el control de las pensiones de los viejitos, programa estrella de López Obrador.
La razón para correrlo fue que Batres se negó a entregar el padrón de beneficiarios a Marcelo, quien descubrió que mientras el funcionario reportaba el pago a casi 900 mil viejitos, el padrón apenas rebasaba los 400 mil. Cerca de 500 mil beneficiarios fantasmas cobraban su pensión mensual y el dinero
—que eran muchos millones cada mes— nunca apareció. Martí decía que se lo daba a López Obrador y por eso no fue a la cárcel, sólo lo despidieron.
Ni qué decir del pejejunior Andrés López Beltrán —el de los tenis Luis Vuitton— a quien empresarios regios acusan de quedarse con el dinero de la segunda campaña presidencial de El Peje, en lugar de invertirlo como habían acordado.
Si eso no fuera suficiente, en 2006 el reportero Raymundo Sánchez publicó en La Crónica un reportaje donde escribe cómo la DEA detuvo a uno de los más grandes productores de esteroides en el mundo, que distribuía ilegalmente en Estados Unidos. El nombre de ese pillo era Alberto Saltiel Cohen, hermano de la entonces secretaria de Desarrollo Económico del DF, Jenny Saltiel, quien se supone que regulaba la actividad empresarial en la capital.
La funcionaria no se enteró que su hermano operaba sus laboratorios en el DF y tenía tres empresas en la capital, hasta que los gringos levantaron a Alberto cargos por conspirar para importar y distribuir ilegalmente sus productos hacia EU, lavar de dinero, traficar sustancias prohibidas e instigar.
Esa acción fue calificada por la DEA como uno de los más grandes golpes a los traficantes de sustancias prohibidas; la funcionaria ni cuenta se había dado o al menos eso se supone.
Pues Jenny es hoy la encargada de El Peje de armar la estructura política de Morena en Cuajimalpa.
Ya ni hablar de Claudia Sheinbaum, quien como secretaria de Ecología dirigió la construcción de los dobles pisos, cuyo financiamiento sigue cerrado al público porque se supone que ahí está el dato del dinero para la primera campaña presidencial de El Peje.
Esos son algunos de los honestos integrantes de Morena que propone el rayito de luz para salvar al país.
CENTAVITOS… La buena noticia es que gracias a Adrián Ruvalcaba Cuajimalpa ya tiene atlas de riesgo; la mala es que aún no se masifica la información para evitar tragedias y fraudes inmobiliarios. Falta esa segunda parte para que el funcionario tenga su estrellita en la frente.