El mismo líder norcoreano regresó hoy al corazón de la Zona Desmilitarizada (DMZ) con una actitud muy distante del espíritu bélico que inspiró el periplo de 2012 y, tras entrevistarse con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae In, ambos pactaron una simbólica declaración en la que prometían “que no habrá más guerra en la Península de Corea” y abrir “una nueva era de paz” en esa región.
El comunicado final de la histórica cumbre incluyó también un compromiso para reducir el arsenal bélico en la línea limítrofe de las dos naciones, conseguir una Península libre de armas atómicas “mediante la denuclearización completa”, la suspensión de cualquier tipo de “hostilidades” y la búsqueda junto a China y EEUU de un tratado de paz definitiva que sustituya al armisticio que detuvo la guerra de Corea en 1953.