Sandra González
El Buen Tono
Orizaba.- Miles de personas se dieron cita en el panteón municipal Juan de la Luz Enríquez este 2 de noviembre para recordar y rendir homenaje a sus seres queridos que han partido. Las familias, conmovidas por la tradición ancestral, visitaron las tumbas de sus padres, hijos, hermanos y amigos que ya no están esencialmente, pero cuya memoria vive intensamente en sus corazones.
Algunos visitantes llevaron consigo la comida que previamente habían colocado en sus ofrendas. En un gesto de amor y unión, compartieron el pan y la sal con quienes todavía están vivos, recordando a aquellos que se adelantaron en el viaje al más allá.
Las tumbas se llenaron de colores con flores amarillas, fucsias, rosas blancas y rojas, que adornaban y daban vida al lugar. Con cubetas, tijeras y escobas, las familias se encargaron de limpiar y arreglar los sepulcros, dejando el espacio digno de la visita de las almas.
El ambiente estaba cargado de música y emoción. Tríos y guitarristas acompañaron a las familias que pidieron canciones en honor a sus difuntos, creando un espacio donde la tristeza se mezclaba con la celebración. La tradición del Día de Muertos, arraigada en la cultura mexicana, se vivió con alegría y nostalgia en el panteón.
En esta festividad, la visita al cementerio se convierte en un acto de homenaje y conexión espiritual. Las familias creen que las almas de los difuntos regresan para estar cerca de sus seres queridos, y decoran las tumbas con flores de cempasúchil, velas y recuerdos personales. Este ritual no sólo es una muestra de respeto, sino también de amor eterno. Con cada anécdota y recuerdo compartido junto a las lápidas, se mantiene vivo el lazo emocional con los fallecidos, destacando la visión mexicana de la muerte como parte del ciclo de la vida.
El Día de Muertos en Orizaba es una celebración comunitaria donde vendedores ofrecen coronas y personas de todas las edades limpian tumbas a cambio de monedas.