Agencias
Jalisco.- En un desgarrador hallazgo, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco descubrió tres crematorios clandestinos en un predio de Teuchitlán, Jalisco, conocido como La Estanzuela. En el lugar también se encontraron cientos de pertenencias, incluidas cartas, mochilas, maletas, carteras, y alrededor de 400 pares de zapatos, objetos que podrían ayudar a identificar a las víctimas de reclutamiento forzado y desaparición.
Uno de los objetos más conmovedores fue una carta escrita por un joven a su pareja, en la que expresaba: “Mi amor, si algún día ya no regreso, sólo te pido que recuerdes lo mucho que te amo y digas ‘se me fue mi enojón, berrinchón y celoso’”. Esta carta, fechada el 2 de mayo de 2003, en Cortazar, Guanajuato, es un testimonio de los horrores que se vivieron en el sitio.

Además de las pertenencias personales, el colectivo también halló un altar a la Santa Muerte en el mismo predio, lo que refuerza la sospecha de que el lugar fue utilizado como un centro de adiestramiento y exterminio de personas, posiblemente víctimas de crimen organizado.
El 5 de marzo, tras una llamada anónima, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco realizó la inspección del terreno, revelando un espacio edificado y techado que, según se presume, servía para mantener a las víctimas cautivas. Los objetos encontrados, junto con las libretas con nombres, apodos y lugares de origen de las víctimas, sugieren que los prisioneros podrían haber sido agrupados en equipos, quizás para su adiestramiento.
Este hallazgo se suma a los descubrimientos previos realizados por Madres Buscadoras de Jalisco, quienes también localizaron zapatos, ropa y cartas en el rancho Izaguirre en Teuchitlán, donde se estima que hasta 200 personas podrían haber sido cremadas en hornos clandestinos. Las madres han publicado las imágenes de estos objetos con la esperanza de que los familiares de los desaparecidos puedan reconocerlos.

Virginia Ponce, coordinadora de Madres Buscadoras, cuestionó la efectividad de las intervenciones previas de las autoridades, ya que, según ella, a pesar de un cateo realizado hace cinco meses en el lugar, los hornos y las pertenencias no fueron descubiertos. Relató además cómo el colectivo experimentó un intenso olor a muerte al ingresar al predio, lo que dificultó aún más su labor de búsqueda.
Ante la falta de acción por parte de las autoridades, tanto Guerreros Buscadores como Madres Buscadoras exigen una respuesta efectiva para la identificación de las víctimas y el esclarecimiento de estos crímenes. La denuncia se extiende más allá de este caso, pues se sabe que existen más lugares donde los hornos clandestinos siguen en funcionamiento. Los colectivos piden que las autoridades les permitan continuar con su labor de búsqueda y registro en estos sitios, mientras que las familias de las víctimas exigen justicia y respuestas claras.

Este descubrimiento pone en evidencia una realidad dolorosa y revela la magnitud del fenómeno de desapariciones forzadas en México, que sigue afectando a miles de familias en busca de sus seres queridos.

