Por: José Miguel Cobián / columnista
Esta es la tercera campaña política en la cual se apela al miedo del votante, uno de sus sentimientos primarios para desalentar el voto a favor de López Obrador. Aunque cada vez tiene menos efecto, todavía influye mucho, en particular en las clases medias, que temen perder sus escasos privilegios ante el “Chávez mexicano”.
Un poco de reflexión haría que esa teoría de la Venezolización de México fuera desechada de inmediato, sin embargo, la cantidad de personas que creen en ella, hace que se refuerce una mentira dicha una y mil veces. -Junto a USA, alguien lo puede creer?-.
La principal razón por la cual México no se puede convertir en Venezuela, es precisamente porque existe Venezuela, y los pasos que se dieron para llegar a donde están actualmente, viviendo su propia tragedia, todos los conocemos y jamás permitiríamos que se comenzaran a dar en nuestro País.
Todavía habemos muchos mexicanos que recordamos nuestra propia tragedia, la de 1976 a 1988, con gobiernos que impulsaron teorías monetaristas para echar a andar la economía y nos generaron una inflación galopante y tragedia económica para la mayoría de los mexicanos.
Tenemos presente también la tragedia que ha significado para millones de mexicanos que se estableciera como política de estado, empobrecer al trabajador nacional. Primero con la reducción paulatina y anual del poder adquisitivo del salario mínimo, que hoy representa menos del 30% de lo que era en 1970. Y en segundo lugar, la segunda estrategia para empobrecer al que vende su trabajo, el famoso outsourcing, que permite de manera supuestamente legal, privar a los trabajadores de las prestaciones que les van a servir cuando terminen su vida laborable. Esas prestaciones al ser minimizadas vía esta práctica tan arraigada y promovida desde las altas esferas, provoca que los trabajadores reciban pensiones aún menos de las raquíticas a las que tendrían derecho si no se efectuara esa exacción de sus recursos y derechos laborales.
México es un País muy desigual. Más de sesenta millones de personas viven con lo mínimo o menos de lo mínimo. Hay más de treinta millones de mexicanos activos en la economía informal. El nivel educativo en el sector público, pese al esfuerzo de los buenos maestros y gracias al no esfuerzo de los malos maestros y de las autoridades educativas. Si a eso le añadimos el desinterés de las autoridades por reducir la brecha económica entre los que tienen y los que no tienen, llegamos a un País con graves riesgos sociales.
El hartazgo de la propia sociedad se nota en los medios, en las redes sociales, en la violencia en contra de instituciones y en contra incluso de maleantes que corren el riesgo de ser linchados. Además, la violencia interna es alimentada gracias a la falta de oportunidades de trabajo y salarios justos.
Hoy México no está siguiendo el camino de Venezuela, sino el camino de Centroamérica, en donde las bandas de maras se han convertido en la verdadera Ley, dónde no se puede circular por todas las regiones sin correr riesgos. ¡Vaya!, llegamos al extremo de que la principal vía de comunicación del País, la que lleva de la capital al principal puerto para importar y exportar, es espacio libre para asaltos y violencia. Hoy resulta ridículo pensar en que hay instituciones o autoridades que funcionen correctamente. Pensar que una Policía Federal va a mantener la seguridad en la autopista Puebla-Mendoza es un absurdo. Pensar que la mercancía que viaja por tren no corre el riesgo de ser asaltada es un absurdo. Pensar que puedes viajar por carretera sin riesgos adicionales a los propios del viaje en auto o en autobús, desde Cancún a Tijuana, sigue siendo un absurdo. Pensar que puedes enviar tu mercancía por tierra y cruzar por Tamaulipas sin correr el riesgo de que te la roben es un absurdo. Suponer que si eres víctima de la delincuencia las instituciones como la Fiscalía te van a apoyar, van a investigar y van a lograr detener y consignar al culpable ante un Juez, sigue siendo un absurdo en un País dónde el 97% de los delitos quedan impunes.
Mientras tanto, desde las altas esferas se promueve la división entre los mexicanos. Los seguidores de Morena son despreciados por los seguidores del PRI, o los del PAN, y triceversa (viceversa, pero entre tres). No hay posibilidad de diálogo, y los seguidores del Peje ya han vivido en carne propia el ser ignorados a pesar de representar un tercio de la población tanto en 2006, como en 2012. Ningún País puede progresar si se ignoran las ideas de un tercio de su población.
Curiosamente, la sociedad venezolana está polarizada casi en un 50% y un 50% a favor y en contra de Maduro. Allá se ignoran y miren a dónde han llegado. Aquellos que temen que México se convierta en Venezuela, con sus actos están encaminando al País, a la misma división social irreconciliable, aunque aquí en México se trate de un Gobierno de derecha.
En un País democrático el abuso de la fuerza, o el abuso de las mayorías en los congresos y en los cabildos no abona a favorecer la paz y el entendimiento social. Sólo que los gobernantes y muchos mexicanos todavía no se han dado cuenta de eso. Ni oponerse a todo ni ignorar a un sector son la solución.
Mientras tanto, no te creas que México puede convertirse en Venezuela, porque eso, eso no es cierto.
www.josecobian.blogspot.mx
elbaldondecobian@gmail.com @jmcmex