El 2024 ha sido un año especialmente desafiante para los bosques de México. Los incendios forestales, potenciados por una sequía prolongada, las altas temperaturas y el fenómeno de El Niño, han dejado una marca devastadora en el territorio nacional. Según datos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), en la presente temporada se han registrado 7,627 incendios, la cifra más alta desde 2017, y la superficie afectada alcanzó un récord histórico de 1,269,858 hectáreas.
A esta situación crítica se suma la reducción del presupuesto destinado a la Conafor, que ha visto una disminución del 50% entre 2018 y 2024, pasando de 4,441 millones de pesos a tan solo 2,672 millones. Esta falta de recursos ha limitado la capacidad de la dependencia para combatir incendios, controlar plagas y reforestar áreas degradadas.
El Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) ha lanzado una alerta sobre la insuficiencia de fondos, destacando que gran parte de la lucha contra el fuego ha recaído en brigadas comunitarias y de la sociedad civil, que, en su mayoría, no cuentan con el equipo necesario para hacer frente a estos desastres.
El impacto de los incendios ha sido especialmente severo en estados como Veracruz, Colima y Tamaulipas, con miles de hectáreas consumidas por el fuego. El 14 de mayo se registró el día con más incendios activos en el país, con 214 siniestros en 22 estados, afectando más de 107 mil hectáreas en un solo día.
La conmemoración del Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales este 18 de agosto nos recuerda la importancia de proteger nuestros bosques, que no solo son el hogar de miles de especies, sino que también juegan un papel fundamental en la regulación del clima y la absorción de gases de efecto invernadero.
Los desafíos que enfrenta México en la lucha contra los incendios forestales requieren de una mayor inversión y coordinación, así como de una conciencia colectiva sobre la importancia de preservar nuestros recursos naturales.