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Medios y enteros

Superiberia

Hasta el momento nadie lo ha visto. Anda agazapado, escondido, “con la cola entre las patas”, dirían los viejos del pueblo. El diputado local y empresario periodístico, Eduardo Sánchez Macías se oculta de

los reflectores, no por pudor sino por instrucciones de Palacio de Gobierno, tras la enorme pifia cometida el 11 de febrero pasado cuando buscó a los reporteros que cubren la fuente del Congreso local y les soltó la falsa primicia de que el colega Gregorio Jiménez de la Cruz había sido localizado con vida. Pavoneándose en la sala de prensa de la legislatura, prometió ese día que la Procuraduría General de Justicia daría detalles del asunto en los minutos subsecuentes. 

 Nada sucedió porque nada fue cierto, el compañero fue hallado pero sin vida. La falsa nueva de Sánchez Macías provocó un embrollo informativo en el gobierno duartista que entre tropezones y retardos lo desmintió, horas después, aunque la noticia ya daba la vuelta al mundo. La entonces vocera estatal, María Gina Domínguez y el secretario general de Gobierno, Erick Lagos, torpemente trataron de parar la vorágine mediática sin ofrecer detalles ni dar información precisa sobre el asunto y entonces aumentó el caos por las especulaciones.

 Fue un manejo incompetente de la información que junto con pifia de Sánchez Macías propició a que la opinión pública nacional e internacional quemara en una hoguera al gobernante Javier Duarte de Ochoa. A quince días de ese ridículo, ya han sido destituidos tanto la vocera estatal como el procurador Amadeo Flores pero Sánchez Macías sigue intocable y extremadamente soberbió pues aceptó esconderse de la prensa pero no ofrecer una disculpa pública. Se ha negado a hacerlo ni a la opinión pública ni a los familiares de Jiménez de la Cruz por utilizar la tragedia para levantar una mentira y divulgarla como cierta.

 Desde Palacio de Gobierno se protege a Sánchez Macías al grado de solo pedirle que bajara su perfil, huyendo de los reporteros y sumiéndose en su curul para no ser notado, pero lo sostienen en la curul y con los contratos publicitarios para sus periódicos. Indebidamente también lo mantienen como secretario de la Comisión de Atención y Protección a Periodistas del Poder Legislativo. Si tuviera un poco de vergüenza, el señor ya se habría separado de la misma. No hay pudor ni en sus mismos compañeros que no lo han solicitado su retiro de la citada comisión. En lugar de eso guardan un silencio cómplice, incluso aquellos que se pregona haberse formado en la prensa.

 ¿Qué ha dicho la ex locutora Anilú Ingram del caso pues ella como presidenta de la mesa directiva debe cuidar que por lo menos se guarden las formas? Nada. ¿Y el ex conductor de noticias Tonatiuh Pola? Anda perdido en el limbo también, ni una palabra emitió ni siquiera para solidarizarse con el gremio ni con los familiares de Gregorio Jiménez ni mucho menos para ponerle un alto a Sánchez Macías. Es más reprochable en el caso de Pola porque él tiene –a pesar de todo lo que ha hecho- cierta autoridad profesional para hacerlo. Fue reportero y conoce los atavares de la profesión y entonces de él se esperaba una voz aliada de la prensa en el congreso local. En fin, es una falta de respeto el comportamiento de Ingram y Pola pero lo es más que Sánchez Macías siga como parte de la comisión y mucho más como diputado.

 Si fuera verdad la intención de “limpiar” el nombre del duartismo el señor debe renunciar a la curul, es lo mínimo para reparar la enorme torpeza de haber jugado con una información tan delicada como es el hallazgo con vida o sin ella del compañero periodista. Su permanencia en el Congreso local será un agravio permanente a todos, no solo al gremio reporteril sino a la sociedad en general. Pero nada sucederá con Sánchez Macías. Es improbable que renuncie pues la diputación, según él mismo presume entre sus cercanos, fue un pago del priismo y del Gobierno estatal por los servicios informativos que le han prestado sus empresas periodísticas. 

 

LOS PALADINES 

 

Está inamovible en el ánimo oficial. Tan es así que en el transcurso del mes de marzo, según cuentan los bien enterados, estrenarán otro periódico en el terruño adoptivo de Javier Duarte de Ochoa. Se trata de “El Heraldo de Córdoba” que comenzaría a circular en las próximas semanas y lo hará con toda la fuerza, no informativa sino de Palacio de Gobierno. La intención, señalan, más que la cuestión noticiosa es establecer un cerco junto con otros dos diarios que circulan en esa ciudad contra esta casa editorial, El Buen Tono, uno de los dos diarios veracruzanos que continúan siendo incómodos para el duartismo.

 En la Ciudad de los Treinta Caballeros el corporativo de Sánchez Macías ya envió personal de avanzada que realiza contrataciones de reporteros, fotógrafos y redactores, seduciendo incluso a los de este rotativo para intentar desmantelarlo. La encomienda es ser caja de resonancia de lo oficial pero también ariete contra los medios críticos. Es más, todavía no edita un solo ejemplar y “El Heraldo de Córdoba” ya tiene un contrato publicitario por varios millones de pesos que fue firmado por la ex vocera y ratificado por su sucesor Alberto El Pavorreal Silva. Vaya que estos señores no son medios sino enteros, unos enteros convenencieros.

 La familia Sánchez Macías es una de las consentidas por el poder en Veracruz pues su dos hermanos han acumulado en poco tiempo, desde que llegaron de Chiapas hace menos de dos décadas, varios periódicos –como si sostener uno fuera cosa fácil-. Eduardo Sánchez Macías es propietario del

periódico El Martinense que se edita en Martínez de la Torre y de las franquicias El Heraldo de Xalapa, El Heraldo de Veracruz y El Heraldo de Coatzacoalcos –y próximamente su versión en Córdoba- mientras que su hermano, Francisco Sánchez lo es de El Diario de Tuxpan y el Diario de Poza Rica.

 Éste último, Francisco Sánchez Macías, publicó en septiembre del 2013 un desplegado en la revista Proceso denunciando amenazas de muerte y hostigamiento por parte del Gobierno estatal luego de no acceder a despedir reporteros ni sujetarse a una línea editorial dictada desde la Coordinación General de Comunicación Social que encabezaba Domínguez Colío, y una semana después, luego de que surtió efecto el “golpe en la prensa nacional”, todo volvió a ser una luna de miel con Palacio de Gobierno: los convenios publicitarios continuaron intactos y el rotativo menguó su información crítica, y todo gracias a la eficiente intervención de su hermano que se preparaba para asumir la curul en el congreso local.

 Por cierto, este legislador priista pero que llegó a la curul abanderado por el Partido Nueva Alianza fue abucheado por decenas de reporteros el 7 de febrero en Coatzacoalcos, dos días después del secuestro de Gregorio Jiménez, pues acompañó al secretario de Gobierno, Erick Lagos, al entonces procurador Amadeo Flores y a la vocera estatal, a una reunión con los comunicadores que exigían la búsqueda del colega plagiado. Allí, Sánchez Macías tomó el micrófono para decir: “Desde mi punto de vista, quiero felicitar al gobierno de Javier Duarte, a la vocera, Gina Domínguez, así como al Procurador…”.

 Y la muchedumbre no lo dejó decir más que esas palabras porque fue interrumpido con los gritos de ¡Palero! ¡Vendido! ¡Chayotero!, por dedicarse a lanzar piropos a los funcionarios en lugar de fijar una postura a favor de la causa del gremio reporteril como representante de la Comisión de Protección a Periodistas en el recinto legislativo y empresario de medios. Lo callaron los reporteros y todavía hubo la intención de su parte de despedir a la periodista Romana González, una de las colaboradoras de El Heraldo de Coatzacoalcos por participar en los gritos contra el dueño de ese rotativo. 

El objetivo quedó a medias pues se originó un escándalo por la amenaza de despido contra Romana que hizo que las organizaciones nacionales e internacionales de defensa de periodistas intervinieran y el castigo solo se redujo a unas vacaciones forzadas para alejarla de las movilizaciones a favor del compañero secuestrado. Esos son los Sánchez Macías, los que ahora llegarán como paladines de la oficialidad a la Ciudad de los Treinta Caballeros. ¿Quién les cree?

 

DE PARÍS A MONTREAL

 

Desde finales del mes de enero, el comunicador Benoît Herviu dejó la titularidad del Despacho Américas de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) con sede en París, la cual ocupó durante los últimos nueve años, y se trasladó a Montreal, Canadá donde asumió, el 10 de febrero, la secretaría general de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc). Herviu estuvo desde el 2002 pendiente del acontecer periodístico en los países de América y fue pieza clave en la denuncia, defensoría y gestión de cientos de compañeros amenazados por los poderes oficiales y fácticos. 

 Le tocó lidiar con situaciones extremadamente difíciles en Venezuela, Cuba y en los últimos años en México por el nivel de censura, represión, persecución y hostigamiento contra la prensa. Ahora está en una nueva encomienda pero no alejada de su oficio de defensor y promotor de la libertad de expresión. A él le deseamos la mejor de la suerte y por supuesto patentizamos nuestra gratitud a título personal y a nombre de los compañeros mexicanos, y en especial los veracruzanos, que obtuvieron de él una mano amiga y solidaria. ¡Salut Benoît!

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