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Mártires del 7 de enero

Superiberia

Orizaba.- La mañana del lunes 7 de enero de 1907 cientos de obreros se apostaron a las afueras de las fábricas textiles de la región de Orizaba; en Río Blanco inició la chispa de la revuelta armada, Margarita Martínez, esposa de un trabajador, incitó a los huelguistas a tomar la tienda de raya y así nació el movimiento obrero nacional.

 

La que llegó a llamarse la Manchester Veracruzana (Río Blanco, Nogales y Santa Rosa, ahora Ciudad Mendoza) en pleno Porfiriato, junto con Cananea en Sonora, son los territorios en México, considerados por la historia como precursores de la Revolución Mexicana.

 

Las condiciones de los trabajadores de las fábricas textiles eran deplorables, la industrialización promovida por el presidente Porfirio Díaz trajo trabajo mal pagado y explotado al estado de Veracruz, su Gobierno abrió la inversión extranjera, principalmente a los franceses, quienes llegaron a apostarse en la industria textilera.

 

El turno de más de 12 horas laborales, las condiciones infrahumanas, la paga por medio de vales en las tiendas de raya, la explotación a mujeres y niños, el hacinamiento en cuartos, la falta de salubridad, de seguridad laboral, eran las condiciones en haciendas y fábricas en la época Porfiriana, así lo describe en su ensayo México Bárbaro, el periodista estadounidense John Kenneth Turner.

 

Tal explotación a finales de 1906 trajo como consecuencia que miles de obreros de los estados de Tlaxcala, Puebla y Veracruz se fueran a huelga, más de 20 mil obreros pararon la producción de tela en el país, esperaban la intervención del presidente Díaz a favor de la clase trabajadora.

 

El domingo 6 de enero de 1907 en el teatro Gorostiza de Orizaba, las autoridades leyeron el laudo emitido por el Presidente, los obreros deberían regresar a sus puestos de trabajo al día siguiente en las mismas condiciones.

 

En el corredor de las villas de Santa Rosa, ahora Ciudad Mendoza; Nogales y Río Blanco, previamente se había conformado el Gran Círculo de Obreros Libres, quienes se organizaron para buscar mejoras en la situación laboral en las factorías.

 

Ante el embate del presidente Díaz, el lunes 7 de enero se apostaron al frente de las puertas principales de las fábricas, al sonar los silbatos que daban señal del inicio de operaciones, los obreros empezaron a congregarse, unos para querer entrar, otros para resistir y exhortar a sus compañeros a continuar la huelga.

 

La mujer jugó un papel trascendental, así lo describe el libro Las Mujeres Hacemos la Historia, donde narra la biografía de Margarita Martínez, quien trasgredió las reglas de la época; ella con otras mujeres acudieron a la tienda de raya para pedir alimentos, pues estaban cansados después de tres meses de huelga, el francés encargado de la tienda de raya en Río Blanco, les negó el apoyo y ultrajó.

 

Entonces, Margarita Martínez incitó a los obreros a tomar la tienda de raya y prenderle fuego, así inició la lucha, prendieron fuego a la tienda y a la fábrica Cidosa; el movimiento se extendió haciendo lo mismo en la fábrica San Lorenzo y Mirafuentes, de Nogales; la CIVSA de Santa Rosa, precisamente de este último poblado eran originarios el presidente y vicepresidente del Gran Círculo de Obreros Libres, Manuel Juárez y Rafael Moreno, respectivamente.

 

Luego serían reprimidos por las fuerzas federales, fusilados y encarcelados, “mátalos en caliente”, expresó en un telegrama histórico el presidente Díaz, recién homenajeado el año pasado por el Ayuntamiento de Orizaba al colocar una estatua en su honor a unos kilómetros donde cayeron muertos los primeros iniciadores de la Revolución Mexicana.

 

A 109 años el legado de las mujeres y hombres que ofrendaron su vida ha desaparecido, la industria está aniquilada, las fuentes de empleo que dieron vida productiva a esos tres municipios se perdieron, el recuerdo de los mártires ha sido borrado de la historia nacional, gracias a la política neoliberal y reformas laborales que han quitado a los trabajadores las garantías que dieron vida al Artículo 123 de la Constitución.

 

Año con año, centrales obreras con líderes charros mantuvieron la farsa del acto en el monumento a los mártires en el municipio de Río Blanco, lo que se convirtió en pasarela de secretarios de Trabajo del Gobierno Federal y Estatal, ahora se han olvidado de la sangre de esos héroes anónimos, pero la historia todavía falta que a ellos los juzgue, como lo dice el lema emulado año con año: “Mueren los hombres, mas no los ideales”. 

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