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Manzana Podrida

Superiberia

Sigrid Arzt, la comisionada del IFAI, es una Mata-Hari mexicana. Mitad funcionaria, mitad espía. Mitad impulsora de la transparencia, mitad defensora de la opacidad. Una típica doble-agente como la que se volvió famosa durante la Segunda Guerra Mundial. Sólo que en lugar de pasarle información a los alemanes, espiaba para sus propios propósitos. Sigrid, sentada frente a su computadora, usando el alias “María González” para presentar solicitudes de información sobre funcionarios gubernamentales y académicos críticos de Calderón y sus propios colegas del IFAI. Sigrid, luego impulsando esas mismas solicitudes en nombre de la transparencia y del derecho de su seudónimo a obtener información del gobierno. Sigrid, finalmente mintiendo en público sobre lo que hizo cuando ya había admitido en privado su responsabilidad. Sigrid, antítesis de lo que significa la rendición de cuentas y por ello debe renunciar.

Porque el IFAI es el producto de un esfuerzo colectivo para esclarecer lo que no se debe esconder. Porque el IFAI es uno de los pocos contrapesos al ejercicio arbitrario del poder. Porque el IFAI fue creado precisamente para evidenciar todo aquello que Sigrid Arzt ha hecho, y evitarlo. Bloquear la apertura de información incómoda sobre cuestiones de seguridad nacional. Usar una posición privilegiada para obtener información sobre enemigos y rivales. Ocultar su verdadera identidad en sus solicitudes de información. Ofuscar lo ocurrido, argumentando que su computadora fue “hackeada”. Afirmar “que no hay ninguna investigación en mi contra” y luego ser desmentida por un reporte emitido por el propio Instituto. Hechos verificados, constatados, documentados. Hechos que vuelven a la Sra. Arzt desmerecedora del puesto que ocupa y de la posición que protege.

Y su actuación demuestra cuán reprobable fue su designación. Cuán equivocados fueron los criterios de Felipe Calderón en colocarla allí. Cuán importante es modificar la manera en la cual se elige a los Comisionados del IFAI, ahora que se volverá un órgano constitucionalmente autónomo. El Presidente instaló en el Instituto a una subordinada, en lugar de una experta; nombró a una aliada para que le ayudara a ocultar, en lugar de una guerrera abocada a airear. Calderón quiso convertir a la información en un arma política y Sigrid Arzt le ayudó con el trabajo sucio. Haciendo peticiones de información de por lo menos 33 personajes públicos. Intentando averiguar con quién se reunieron, con quién hablaron, cúanto les pagaron, para quién trabajaron, cuánto gastaron. Usando su percha en el IFAI para seguir siendo policía. 

Para saber qué hacía Alejandro Poiré, el ex secretario de Gobernación; para averiguar qué académicos habían sido contratados por la Secretaría de Seguridad Pública; para indagar cuál era la agenda de trabajo de sus compañeros del IFAI; para preguntar sobre temas de seguridad nacional; para recolectar información que podía ser usada política y personalmente. Y todo ello a oscuras, a escondidas, con un nombre falso, con una identidad apócrifa. Y todo ello siendo comisionada de un Instituto creado para evitar el abuso de la autoridad y asegurar la rendición de cuentas de su parte.

Si Sigrid Arzt no es empujada a renunciar el IFAI reforzará lo que sus críticos aducen. Lo que sus defensores lamentan ante el escándalo desatado. Lo que podría ser una sacudida pasajera evidenciaría en una crisis profunda. El IFAI demostraría que la acusación de su des-institucionalización es cierta. Que los ataques a su competencia son legítimos. Que los cuestionamientos a su capacidad tienen razón de ser. El tema de la permanencia de la Sra. Arzt no es una cuestión menor ya que va al corazón de la razón de ser del Instituto. Como argumenta Andreas Schedler en su ensayo “Qué es la rendición de cuentas?”, esta incluye la obligación de funcionarios de informar sobre sus decisiones y justificarlas en público. Incluye la obligación de que la autoridad responda por sus acciones y sea sancionada si corren en contra del interés público. Implica el derecho a recibir una explicación y el deber correspondiente de justificar el ejercicio del poder.

Si el IFAI no presiona a Sigrid Arzt a justificar sus decisiones, habrá fallado como institución. Si el IFAI no empuja a que responda por sus acciones, habrá fallado como institución. Si el IFAI no la sanciona por su conducta, habrá fallado como institución. Si Gerardo Laveaga no actúa para asegurar su renuncia, habrá demostrado que ella intercambió su voto por él a cambio de impunidad. El IFAI sólo podrá revertir un proceso de deterioro anunciado si actúa para resarcir daños, denunciar vicios, reparar omisiones, recuperar la respetabilidad.

Y para ello será necesario que Sigrid Artz sea obligada a renunciar u obligada a irse. Será imperativo que cambie el procedimiento conforme al cual se nombra a los Comisionados del IFAI. Será indispensable que se cree un método para evaluar a quienes ocupan altos cargos allí, de manera sistemática y pública. Porque si no, una manzana podrida terminará arruinando a las demás.

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