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LOS TRES MESES

Superiberia

Por Andrés Timoteo  /  columnista

En este, Primer Viernes de Marzo se cumplen los primeros tres meses de iniciado el Gobierno Estatal del morenista Cuitláhuac García Jiménez. En exactitud, son 90 días de mandato. Hasta el domingo 10 de marzo se alcanzará la primera centena, un período que a nivel global se considera un plazo estratégico para que los neo gobernantes muestren los primeros resultados en favor de los gobernados.

Poner esta suerte de fechas fatales para las administraciones públicas no es una ocurrencia, pues los mismos teóricos del ejercicio gubernamental afirman que estos espacios temporales son necesarios para calar la potencialidad de un mandatario. Los economistas norteamericanos Milton y Rose Friedman consideran que si en un período de 6 a 9 meses el nuevo gobierno no aprovecha para hacer cambios y dar resultados tangibles después será más difíciles hacerlos.

“Tienen ese tiempo para llevar a cabo cambios importantes: si no aprovechan la oportunidad de actuar con firmeza, no tendrán una oportunidad igual. Los cambios ulteriores no llegan y surgen reacciones a los cambios iniciales. Las fuerzas políticas desarraigadas temporalmente, se reagrupan y tienen a movilizar todo aquel que pueda verse perjudicado”, señalan en su “Doctrina del Shock”.

Es decir, si en ese lapso no realizan las acciones prometidas y ejecutan los cambios necesarios que serán los sellos de sus gestiones, la oposición -ellos le llaman “fuerzas políticas desarraigadas- se reagrupa y contrataca. Los vencidos en la contienda electoral se reponen y van por los flancos débiles del nuevo mandatario. En México dirían que le “toman la medida”.

Otros teóricos reducen ese lapso a tres meses o los famosos 100 días que muchos aluden y cuya referencia parte, precisamente, con los primeros 100 días de la presidencia de Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos. El mismo Roosevelt lo llamó el “período de gracia” o “New Deal” y fue el tiempo que se puso como meta para que se aprobaran las leyes tácticas para superar la crisis de la Gran Depresión que había iniciado en 1929.

Los primeros tres meses o 100 días de un nuevo régimen gubernamental pueden marcar su éxito para el resto del período constitucional o puede comenzar el espiral del declive, como lo señala el español Pedro Medellín, investigador del Instituto Ortega y Gasset quien asegura que el “desgaste del capital político” puede llegar muy temprano si el mandatario incurre en una serie errores garrafales para su administración.

En el año 2000, Medellín Torres participó en una obra colectiva de la Universidad de Salamanca con un texto denominado “El difícil trance de la gobernabilidad” en el cual evalúa los primeros meses de un gobierno colapsado: “En principio, la crisis se presenta como un problema de credibilidad institucional surgido del incumplimiento del gobernante de sus promesas de cambio (durante la campaña electoral)”.

“Pese a contar con un gran capital político, se olvida de hacer los cambios necesarios. Luego, la impericia para gestionar su agenda legislativa en el Congreso hace que los problemas de credibilidad institucional se conviertan en problemas de legitimidad política”. Después, dice el teórico, el problema de la inseguridad y la violencia lo rebasan y pierde el control de territorios, llevándolo al vacío de poder y descascarando aún más el capital político ganado durante la etapa electoral.

Entonces, añade, la gente se decepciona y comienza a cuestionar la legitimidad del gobernante sin importar el poco tiempo de ejercicio gubernamental. Al hablar de legitimidad no se refiere a la legalidad del cargo, sino a que el pueblo lo comienzan a ver como una persona no apta para ejercer el gobierno. En pocas palabras, deduce que se equivocó al elegirlo.

Pareciera que ese análisis fue hecho particularmente sobre el gobierno de Veracruz, ¿no es así?  Sin embargo, se trata de una evaluación del gobierno de Andrés Pastrana en Colombia (1998-2002), aunque el instrumento de lectura política es impersonal y sirve para evaluar otros regímenes, como el estatal que inició el primero de diciembre pasado, pero ya reúne las lecturas de Medellín: Uno, con apenas tres meses ya está en crisis de credibilidad. Dos, se ha incumplido varias promesas de campaña.

Tres, la impericia en temas parlamentarios que hizo fracasar los juicios políticos contra el fiscal Jorge Winckler y dividió al partido Morena. Cuatro, la delincuencia organizada se ha hecho del control de territorios enteros y eso ha generado un vacío de poder. Y cinco, ya se tienen los ingredientes para la siguiente etapa del desgaste del capital político que hablan los teóricos: la gente comienza a cuestionar la legitimidad. Tal es la ruta política del gobernante en funciones si no recompone su gabinete y sus acciones.

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