Por Andrés Timoteo / columnista
LOS ‘PITAZOS’ BANCARIOS
Están de moda las denuncias por asaltos a cuentahabientes al salir de los bancos. En Boca del Río el reclamo de uno de los asaltados hacia una cajera de Santander que habría dado el ‘pitazo’ a los ladrones para despojarlo de 76 mil pesos que momentos antes había retirado causó una polémica mediática y puso el tema en el debate público.
Sin embargo, no es algo nuevo la sospecha de complicidad entre empleados bancarios Y delincuentes. Durante años ha existido, aunque esta vez la coincidencia de que los ladrones exigieron la cifra exacta del dinero retirado la confirmaron y movió a la víctima al acusar airadamente a la cajera y la escena fue videograbada y difundido en las redes sociales por el mismo cuentahabiente.
De ahí cobraron relevancia otros casos. Unos días después, el diputado morenista Emmanuel Vargas Merino de la Ciudad de México fue blanco de un atraco similar. Los ladrones lo despojaron de 80 mil pesos que había retirado exigiéndole la cantidad exacta. Hay que decir que, en este caso, por tratarse de un político, los asaltantes tendrán cien años de perdón.
Otros cien años de perdón habrá que darles a los que le quitaron 320 mil pesos al tesorero de San Andrés Tenejapa, Mateo Martínez, al retirarlos de una sucursal bancaria en Orizaba el pasado martes. Lo malo del es que era el dinero para el pago de la quincena a los trabajadores municipales.
Los “asaltos” a tesoreros de los ayuntamientos desde siempre han caído en la sospecha porque la mayoría de las veces son fabricados para robarse los recursos. Anécdotas hay infinidad en los 212 municipios y ahora con el escándalo de moda, los vivillos aprovechan el río revuelto. Deben investigar bien ese sospechoso robo.
Y como se decía líneas arriba, los “pitazos” a los malhechores no son nuevos ni exclusivamente de los empleados bancarios. Hay que recordar que durante la fidelidad hubo una práctica que sembró el terror entre empresarios que eran proveedores y contratitas del gobierno encabezado por el innombrable. Cuando estos acudían a las oficinas de la Secretaría de Finanzas a recibir su cheque o eran notificados de que se había realizado el depósito vía electrónica se convertían automáticamente en blancos de asaltos o secuestros.
Fuero al menos siete casos -los conocidos- en los que saliendo de Sefiplan o Palacio de Gobierno en Xalapa los empresarios fueron interceptados por delincuentes quienes los despojaban del cheque, los obligaban a endosarlo o los “levantaban” y retenían hasta la víctima a través de terceras personas retira el dinero y lo entregaba. Los ladrones sabían monto exacto del dinero y si estaba en un cheque o en transferencia bancaria, los ‘soplones’ eran los mismos funcionarios. Por supuesto, la maniobra fue instruida por el mismo impresentable exgobernante para robarle a sus acreedores.
De esta forma, la delación en cuestiones bancarias es una práctica arraigada en Veracruz y hubo un tiempo que hasta fue azuzada y aplicada desde las esferas de poder. La opción ante eso no es recurrir a la policía para el resguardo pues muchas veces son los mismos agentes policíacos los cometedores de los atracos.
No, las dos opciones viables para enfrentar un problema que no puede y no quiere atender la autoridad es recurrir a los servicios privados de custodia de valores para aquellos que manejen grandes cantidades – por ejemplo, el pago de nóminas públicas o de empresas privadas- y la segunda, digitalizar el dinero.
Recurrir a la banca electrónica y desde una terminal o un dispositivo móvil realizar pagos de servicios, transferencias de nóminas, giros interbancarios y demás transacciones digitales que no requieren el manejo de dinero en efectivo. Ahí la tecnología es una alternativa de alto valor contra los ladrones y sus cómplices. La gente, los cuentahabitantes, se deben educar en la novedad electrónica para no arriesgarse al asalto pistola en la frente. No hay de otra.
EL MURO A PRUEBA
En diciembre del 2018 les abrimos las puertas y los brazos. Tendrían el respaldo para caminar por nuestro suelo, recibir auxilio humanitario y hasta resguardo policíaco para llegar a su destino: la frontera Norte. La buena voluntad oficial les garantizaría dejarlos en las puertas de los Estados Unidos para que alcanzaran el llamado “sueño americano”.
Hoy les advertimos que no vengan a nuestro País, que desistan de cruzarlo en caravanas. No son bien recibidos, no habrá salvoconductos y todo aquel que se aventure se le interceptará y deportará. La alternativa es comprimida: que soliciten asilo político, el estatus de refugiado, y se les dará hospedaje temporal, comida y trabajo, y ¡hasta los mandarán al Insabi para recibir atención médica! – ¿eso es una amabilidad o una amenaza?
Son dos escenarios en un breve tiempo, las dos caras de la política de la “Cuarta Transformación” para con los migrantes que vienen del centro y sur del continente huyendo de la pobreza, el crimen organizado, los regímenes corruptos y represores y otras peripecias que hacen invivibles sus lugares de origen. Antes eran abrazos, hoy si bien no son balazos poco falta para ello. La sorprendente paradoja.
De Honduras partieron ya las dos primeras caravanas de migrantes rumbo al norte. Son las primeras del 2020 y llevan unas dos mil personas que caminarán miles de kilómetros e intentarán cruzar la frontera de nuestro país, llegarán la próxima semana. No obstante, en México se acabó la amistad y el buen trato. Los hermanos de ayer son los queridos enemigos que hoy pues su presencia estropea las buenas relaciones -léase: servilismo- que hay con el norteamericano Donald Trump.
Ya la secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero advirtió que no habrá tolerancia para que las caravanas caminen sobre suelo nacional. Traducción: ahí les va la Guardia Nacional. ¡No pasarán!, amenaza el lopezobradorismo a los migrantes extranjeros. Es más, el presidente de la vecina Guatemala, Alejandro Giammattei, acaba de revelar que el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard le advirtió que las caravanas de migrantes “se toparán con un muro”.
Es la cruel ironía: Donald Trump se regocija, el muro está hecho. No es de cemento ni de púas sino de botas, metralla y patrullas, de la Guardia Nacional mexicana pues, e igualmente será avasallador. Este 2020 el muro de Trump en México será calado otra vez.
COMO EN EL PRIMER MUNDO
“Hay pésima salud/ los doctores recetan ataúd”, reza una estrofa de la canción. “No quiero guerra no” del sudamericano Nacho Vélez y parece un diagnóstico sobre México donde la extinción, con fines políticos, del Seguro Popular dejó en indefensión médica a más de 60 millones de personas mismas que ahora tendrán que pagar de sus bolsillos las auscultaciones, las recetas, los tratamientos, los aparatos auxiliares y todo lo que se le anude para conservar la vida.
Con la activación del Instituto Nacional para el Bienestar de la Salud (Insabi), creación del lopezobradorismo, se agravó la precariedad para los enfermos. Si antes los pacientes o familiares tenían que hacer dobles jornadas, empeñar prendas, vender inmuebles o agotar ahorros para cubrir los gastos simbólicos que demandaba el Seguro Popular, que con carencias, negligencia y retardos funcionaba, ahora tendrán que mendigar en las calles o de plano resignarse al deterioro de su salud o al deceso.
Para muchas personas -por no decir para la mayoría- son impagables los precios que ahora fijan para acceder a un tratamiento médico. Si antes se cobraba 80 pesos por cada día de hospitalización ahora son casi 600, seis veces más. Y qué decir si el paciente requiere una radiografía, un electrocardiograma, una férula o una cirugía, los costos se disparan a los 20 mil, 50 mil y 100 mil pesos. ¿Quién los puede pagar?
Nada es gratis como se pregonó maliciosamente todo el año pasado, especialmente en vísperas de iniciar el Insabi, el primero de enero. Así, antes curarse en México era un lujo ahora será un milagro. Es una de las grandes contradicciones de la “Cuarta Transformación”. ¿De qué sirve que cada mes el Gobierno les de dinero en efectivo a las familias pobres si esa cifra ni siquiera les alcanzará para pagar médicos y medicinas cuando enfermen? No descuiden tal punto porque ahí está la trampa.
Eso sí, hay que aclarar que el presidente Andrés Manuel López Obrador no mintió al prometer que con su Gobierno se tendría un sistema de salud similar al de países del primer mundo como Inglaterra, Dinamarca o los Países Bajos. Quizás no lo iguale en calidad de servicio, pero sí de costos.
En Europa funciona un sistema sanitario de primer nivel, los hospitales están equipados de tecnología de punta, la medicina es infaltable, los médicos especializados y en los nosocomios no falta espacio. Claro, todo siempre y cuando se pague. El Estado subvenciona parte de los gastos porque los cobra previamente en impuestos y también el esquema obligatoriamente se complementa con seguros médicos, casi todos los europeos están asegurados con planes de la iniciativa privada.
De esta forma, con impuestos pagados -o descontados desde la nómina- y la compra de seguros privados la atención médica funciona y los europeos llegan a pagar desde 2 mil hasta 8 mil euros -de los 44 mil a los 167 mil pesos- al año por los servicios de salud o la garantía de que serán atendidos cuando lo requieran. Hay esquemas más benignos para las clases marginadas, pero también se pagan. La gratuidad es una ilusión.
Los más beneficiados son los niños y jóvenes, especialmente los estudiantes porque las instrucciones públicas cubren la mayor parte del servicio médico cuando lo requieren. El resto de la población necesita hacer un sinfín de trámites para alcanzarla. Una consulta médica simple -sin medicamentos ni estudios de laboratorio- va desde los 8 euros -167 pesos- en algunos países como Inglaterra o Suecia que tienen subvenciones altas hasta los 30 euros como en España y Francia -700 pesos- y de ahí para arriba.
Además, para acceder a un dentista o un médico general, inicialmente el paciente cubre los gastos y posteriormente recibe un rembolso tanto por la subvención del Gobierno como por las aseguradoras privadas, o sea se paga previamente del bolsillo personal. Entonces, hay que reconocer que sí cumplió López Obrador en su promesa de un servicio médico como el europeo, al menos en cuanto a los precios -no en calidad ni en capacidad ni en eficiencia-. ¿Decepcionados? Solo aquellos que creyeron la engañifa.