Como ustedes ya saben, y citando a Milenio, “Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki y Lupita Nyong’o, pusieron el nombre de nuestro país en alto al ganar entre todos cuatro Oscar en la edición 86 del premio de la Academia”. Cuando le preguntaron a Lupita Nyong’o que tanto sobre su premio, dijo que el óscar que ganó es su mérito, no de México. Y es que los mexicanos, oportunistas de corazón que andarnos cargando gracias y desgracias ajenas, somos especialistas en tomar como nuestro todo lo que pinte a verde, blanco y colorado, en aras de un nacionalismo y patrioterismo ya de por sí deslucido. Probablemente los otros dos ganadores, que seguramente tienen pasaporte mexicano, en lo más profundo de su corazón opinan lo mismo.
El cine nacional es una verdadera vergüenza, y ya no hablemos de las producciones para la televisión que están peor cada día: contenidos de la más baja calidad, mal sonido, mala edición, peor dirección, historias sensibileras que llegan al pueblo, cuyo corazón bien conocen los productores. Y lo peor de todo es que no aportan nada a la creatividad y al arte, y pervierten la cultura mexicana.
Los encuestados por el Gabinete de Comunicación Estratégica comparten la opinión de que esos no son logros para México, pues solo dos quintas partes creen que sí. Sin embargo, ante la pregunta de si la calidad del cine mexicano mejorará ante el acontecimiento holliwodesco, sorpresivamente casi el 70% dijo que sí.
Estos, entre otros “éxitos” nacionales, oscurecen ante la realidad cotidiana de nuestro querido país tan vapuleado por la violencia y la corrupción privada y pública.
Entonces, yo me pregunto: ¿Cuáles son los verdaderos logros de los que como mexicanos podemos sentirnos orgullosos? Para sentirse orgulloso de algún éxito, debemos ser, en primer lugar, parte del mismo, colaboradores todos de la construcción social que se requiere para generar mexicanos destacados en las artes, la cultura, el deporte, etc. En segundo lugar, quien obtiene determinado galardón debiera tener claro que es gracias a esa construcción comunitaria fue que obtuvo la formación y visión necesaria para tan destacada participación, y en la misma dimensión, agradecer a su comunidad el apoyo recibido y reconocer los aportes que como mexicano recibió.
Por lo tanto, yo creo que pocos logros de mexicanos pueden considerarse logros mexicanos. Probablemente nuestros logros mexicanos son más modestos, pero no menos importantes, y no necesitamos ningún ciudadano o joven destacado para reconocerlos. En el día a día se puede descubrir, en nuestra vida cotidiana, cuales son nuestros esfuerzos colectivos, donde, por ejemplo, padres de familia y maestros se esfuerzan por crear un espacio educativo adecuado para los alumnos, o en donde nos preocupamos por tener limpio y bonito nuestro barrio y en el cual nos hemos unido todos contra la delincuencia organizada y desorganizada, o en donde las comunidades hacen faenas para mejorar sus caminos o ciertos servicios, o en donde muchos mexicanos nos esforzamos cada día por ser equitativos rompiendo paradigmas de antaño contra la homofobia, la discriminación y el maltrato de todo tipo. Cuando nos esforzamos en hacer de nuestro país, nuestra ciudad, nuestro pueblo o colonia, un lugar mejor para vivir, ése sí que es un logro de los mexicanos.
SOCIÓLOGO, MELÓMANO Y PADRE.