Por: Andrés Timoteo / columnista
LOS INOCENTES
Comienza el festejo de Todos los Santos y, como cada año, el País entero se prepara para recibir a los que se fueron. Hoy miércoles 31 de octubre llegan los difuntos nonatos y neonatos, los que murieron antes de nacer o que no alcanzaron a ser bautizados, según la tradición católica. A ellos se les debe esperar con ofrendas de dulces y juguetes. Mañana jueves llegan los “muertos chiquitos”, esos que fallecieron siendo niños.
En un País tan castigado por el dolor que ocasionan las muertes a destiempo, mantener la ilusión de que esos niños -y los adultos mismos- regresan para reunirse con los vivos es un bálsamo. Según reportes periodísticos, en Veracruz durante los últimos ocho años han perecido una treintena de pequeños como resultado de ataques perpetrados por el crimen organizado.
Son inocentes castigados por los pecados de sus padres y estuvieron en el lugar y momento equivocados. Más aún, en las fosas clandestinas que se han hallado en diversos puntos del territorio estatal hay prendas de vestir de niños y bebés, el horror de los horrores. Así, en Veracruz muchos niños han perdido la vida por un pecado social: la delincuencia y violencia que depredan lo que más debe ser cuidado: el futuro de la sociedad.
Ellos se han ido, no por muerte natural o accidental sino por la maldad de los adultos. Eso pesa sobre la sociedad misma y es una vergüenza para todos. Hoy miércoles y mañana jueves los creyentes pueden encender una veladora o elevar una oración por esas vidas segadas antes de tiempo. Los no creyentes igual están obligados a la reflexión: todos hemos fallado, pues esos niños no debieron morir.
En suma, los muertos nonatos, neonatos y los pequeños nos visitan. Hay que hacerles fiesta. Mantener y fomentar la magia de estos días sirve a la catarsis y al consuelo. Altares, ofrendas, flores, papel multicolor, veladoras encendidas, música, rezos, sahumerios humeantes, cánticos y danzas son los mecanismos ancestrales para aquietar el alma de los vivos, más que de los muertos.
La fiesta es para convencernos a nosotros mismos que la vida no termina con el último suspiro, sino que sigue en el más allá y que los que se fueron regresan cada año a nosotros como en su momento cada uno de nosotros regresaremos a visitar a los que se quedarán. Tal es la ilusión magnífica que convierte a la muerte en un momento-personaje de festejo más que de dolor y llanto.
Entonces, festejemos a los muertos, sean chicos o grandes, y recordémosles como cuando estaban en vida con nosotros: consintámoslos con lo que les gustaba comer, beber, jugar o fumar. Construyamos, pues, la ilusión de que la muerte no es el final y que cada año puede tener lugar ese tan atesorado reencuentro.
LOS ESPANTAJOS
Muy acordes a la fecha, desde la madrugada de ayer brujas, gnomos, gárgolas, arpías, vampiros -de la nómina pública-, lloronas y calaveras se apoderaron de la sede del Congreso Local para atajar las pretensiones estertóreas de otras brujas, gárgolas, gnomos, vampiros, lloronas, arpías y calaveras con las que comparten curules. Son los diputados de Morena, entrantes y salientes, contra los panistas y perredistas. Espantajos contra Espantajos.
Ambos jaloneándose por los últimos días de la actual Legislatura. Los esperpentos morenos, muy acostumbrados al sombrerazo y los escupitajos, hacen su romería de Halloween acampando en la calle Encanto para impedir el acceso al inmueble parlamentario y amenazan con quedarse ahí hasta el domingo para liberar los accesos sólo hasta que lleguen los nuevos diputados -entiéndase: la mayoría de sus correligionarios de partido-.
Dicen que es para evitar un albazo de la mayoría panista-perredista que trataría de agendar en una de las últimas sesiones los comodatos -entregas- de bienes inmuebles a diversos Ayuntamientos -uno de ellos Orizaba, que pide un terreno para construir un estadio- y acusan que se trata de “regalar” el patrimonio estatal a municipios afines al actual Gobierno estatal.
Por su lado, los panistas amenazan con denuncias penales y se desviven en descalificaciones contra los que llegaron con cadenas y candados a cerrar la sede del Legislativo. Pero son tal para cual, espantosos ambos, y ese espectáculo es el resultado del comportamiento de unos y otros. No hay casualidades en política y la actual Legislatura termina como se merece, con un bochornoso espectáculo en plenas fechas de los muertos. Idóneo para esos espantajos.
Pero hay que reparar en algo, dentro del refranero popular hay uno que aplica a estos acontecimientos: “Como te ves me vi, como me ves te verás”. Los envalentonados legisladores de Morena arrebatan tiempos y comen ansias, pero a la vez abren la puerta a algo que se les revertirá. Hoy les cierran la puerta a sus enemigos -porque no los consideran sólo adversarios-, mañana se la cerrarán a ellos. Hoy bloquean y gritan, mañana les tocará ser bloqueados y gritoneados.
Ya marcaron el camino para que en la Legislatura morenista, los azules, amarillos, naranjas o tricolores -bueno, éstos últimos, los priistas, seguramente no lo harán porque estarán comandados por el pro-morenista Héctor Yunes- acarren a sus huestes para cerrar la sede legislativa. Las reglas ya se rebasaron y todo está permitido. Sólo falta saber si los que serán oposición en la nueva composición parlamentaria tendrán la audacia de aplicarles la misma receta.
¿EL PETATE DEL MUERTO?
En temas nacionales, tras la cancelación del proyecto aeroportuario en Texcoco, que será sustituido por la construcción de dos pistas en la base militar de Santa Lucía -ambos en el Estado de México- unos festejan y otros se lamentan. Es un episodio interesante para el País, más allá de la anécdota de la consulta lastimosa -plagada de irregularidades- que sirvió de asidero para la decisión final que tomó el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
Lo interesante es que se trata de un intento del tabasqueño para imponerse al llamado “Gran Capital”, los empresarios de gran calado que durante las últimas décadas han influido en las decisiones presidenciales y el predominio de los mercados. Es el jaloneo para que el poder político se imponga sobre el poder económico. A eso se reduce esta demostración de fuerza -algunos la han llamado “manotazo” – de López Obrador con la decisión sobre el nuevo aeropuerto.
Sin embargo, los afectados no son enemigos pequeños. Al contrario, son gente de mucho cuidado. El “Gran Capital” es un poder factico omnipresente en tiempos de globalización. Está furioso y echará mano de todas sus armas: el peso se deprecia, las calificadoras internacionales bajan las notas de confianza financiera al País, las cámaras empresariales condenan la decisión y a nivel internacional, seguramente habrá una respuesta de presión.
Algunos dirán que buscan “espantar con el petate del muerto” y los líderes morenistas hasta califican de “burbujas pasajeras” a la subida de la cotización de dólar y las malas notas de las calificadoras financieras. Lo toman a la ligera aunque los afectados bien pueden descomponer el escenario al nuevo Gobierno. Hoy el dólar está a más de 20 pesos, ¿qué pasará si antes del primero de diciembre llega a los 25 pesos?
López Obrador asumirá la Presidencia de la República en medio del griterío por la convulsión financiera. No es el “petate del muerto” lo que hoy ven en términos económicos sino puede ser un verdadero fantasma el que se les aparezca. Sólo los ingenuos no esperarían el “manotazo” del otro lado.
ODIO CONTAGIOSO
Algo pasa en el País vecino, transcurren historias de miedo y de odio.
Un tiroteo en plena sinagoga judía es cometido por un supremacista blanco que gritó: “¡Hijos de Satán!, mientras disparaba -cualquier parecido al grito de los terroristas musulmanes: ¡Allahu akbar! (Alá es grande) no es coincidencia- matando a 11 personas. Paquetes explosivos enviados a políticos, periodistas y artistas críticos de Donald Trump, acto de otro seguidor del presidente estadounidense, tampoco es coincidencia.
Hace cuatro meses, en junio, un individuo atacó a tiros la redacción del periódico Capital Gazette, en Maryland, asesinando a cinco personas, entre ellas 4 periodistas. En agosto del año pasado una activista fue asesinada por otro supremacista blanco en Charlottesville, Virginia, durante una manifestación. Esos cuatro eventos, ilustran una Nación de odio racial e ideológico, fomentado por el presidente Trump.
El periodista neoyorquino David Brooks define con precisión lo que sucede, dada su experiencia en leer los acontecimientos: “La ultraderecha y sus seguidores aquí (en Estados Unidos) tienen una larga historia de violencia, pero nunca antes han contado con un presidente que hablara su mismo idioma y que activamente alienta el racismo, la xenofobia, el sexismo y el antisemitismo que los caracteriza”.
Y cita al investigador Henry Giroux, quien asegura que en la ‘Era Trump’ se moldea el “Fascismo neoliberal” que “empieza con idioma y se vuelve una fuerza organizativa para formar una cultura y legitimar lo que se pensaba era inimaginable, como la violencia indiscriminada contra grupos enteros: negros, inmigrantes, judíos, musulmanes… Trump enmarca a sus críticos como enemigos del pueblo estadounidense”. Entre esos “enemigos del pueblo” están los periodistas, por supuesto.
De esta forma, hoy en la Nación vecina lanzan el grito de alerta: Donald Trump impulsa el fascismo como en su momento lo hicieron Adolfo Hitler y Benito Mussolini en Europa, hace ya casi un siglo. Trump lo reedita y si no lo paran, la historia ya enseñó los resultados. Peor aún, Estados Unidos sigue como modelo para muchos países y Trump para muchos políticos.
Ahí están los casos de los recién electos presidentes de Colombia y Brasil, Iván Duque y Jair Bolsonaro, respectivamente, que son ultraderechistas e imitadores de la ideología xenófoba, misógina, homófoba e intolerante del magnate que ocupa la Casa Blanca. Lo que sucede en Estados Unidos permea en América Latina, sólo hay que ver lo que pasa con algunos mexicanos intolerantes ante el paso de migrantes hondureños. El odio hacia el otro, el diferente y el pobre, se contagia.