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LOS CUATRO INGREDIENTES

Superiberia

Le llamaron de muchas formas: el Mal del Siglo (XX), la Enfermedad Rosa —porque en un principio afectó a la comunidad homosexual—, La Plaga del Apocalipsis y El Pecado Realmente Mortal —porque el contagio era teniendo relaciones sexuales— por citar algunas leyendas. Este 2015, el mundo cumple 34 años conviviendo con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y su secuela, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Sida), palabras tan terribles que causan golpes sicológico, como cuando se menciona al “cáncer”.

 

Contagiarse con el VIH-Sida era sinónimo de padecer una enfermedad mortal en el imaginario colectivo y se sustentaba en que no había medicamentos para controlar la infección y darle al paciente calidad y extensión de vida. Hoy, tanto el VIH-Sida como varios tipos de cáncer tienen tratamientos médicos exitosos que rompen esa condena mortal para sus portadores. Claro, en el caso del cáncer la cura puede lograrse dependiendo del tipo de afección y la atención clínica oportuna.

 

Ayer martes fue el Día Mundial de Lucha contra el Sida y el balance es “positivo” —así, entre comillas— a nivel global pues la Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma que la pandemia ha sido “controlada” —siempre entrecomillas—. Esto porque en el mundo hay actualmente 37 millones de personas que son portadoras del VIH, una cifra minúscula si hay 7 mil millones de habitantes en el mundo. Es decir,  todos los portadores de VIH no son la mitad del uno por ciento de la población mundial (representan el 0.52 por ciento).

 

Es más, la ONU asegura que en el año 2030 se podría “parar” —otra vez entrecomillas— la pandemia. No erradicar la enfermedad, sino detener el contagio masivo si se mantienen los estándares en materia de prevención —educación sexual, uso de preservativos, asepsia en el manejo del plasma sanguíneo, las medidas de esterilización de instrumentos médicos, cuidado en trasplantes de órganos y otro tipo de vías de transmisión viral—.

 

Sin embargo, el anuncio parece fácil a nivel macro-numérico pero la tragedia sigue en la micro-escala o sea en las historias reales y cotidianas de las personas que se infectan y viven con el virus,  y mueren a destiempo por falta de cuidados médicos. Lo malo  es que de los 37 millones de personas portadoras del VIH, 17 millones no saben que tienen la infección y llevan una vida sexual sin precaución, convirtiéndose en motores de contagio.

 

En Veracruz la situación se agrava, no por el número de personas infectadas, sino por la cifra de muertes. La entidad se ubica en el segundo lugar nacional en el rango de muerte, segundo con más casos de personas portadoras del VIH y tercer lugar por casos acumulados de Sida —cuando el portador del virus ya desarrolló la enfermedad— de acuerdo a los datos proporcionados por la doctora Patricia Ponce del Grupo Multisectorial del VIH-Sida, una de las organizaciones pioneras en la defensa de los derechos de las personas portadoras del virus en Veracruz.

 

La comunidad homosexual dejó de ser el núcleo de la población más afectado por esta enfermedad y ahora son los jóvenes que inician su vida sexual y las amas de casa. ¿Por qué? Los primeros no usan protección al sostener relaciones sexuales ya sea por ignorancia, audacia o mala información y las segundas porque sigue siendo un tabú el uso de preservativo en el matrimonio, aún cuando alguno de los cónyuges tenga varias parejas sexuales.  En todo el estado hay un censo oficial de 23 mil portadores del VIH.

 

La situación también es más grave en Veracruz debido al latrocinio que impera en el Gobierno estatal lo que ha provocado un desabasto de medicamentos antirretrovirales en los Centros Ambulatorios para la Prevención y Atención del Sida (Capasits). Es cierto, los medicamentos en su mayoría son comprados con presupuesto federal, pero al llegar el dinero a las arcas estatales se lo roban sin importarles que con ello también se comprometa la vida de los  pacientes.

 

Las personas que reciben tratamientos tienen que andar de clínica en clínica suplicando por sus medicamentos. No es algo nuevo, pero si algo que se ha agravado en la última década en la entidad, desde que la fidelidad está instalada en el Gobierno. Vaya, si fueron capaces de falsificar las fórmulas para los pacientes del Centro Estatal de Cancerología  provocando la muerte de un sinnúmero de pacientes —no se tiene siquiera un número estimado porque nadie se atreve a investigar a cuántas personas las engañaron con supuestos tratamientos oncológicos que en realidad era agua destilada_. Así, robarse el dinero de los portadores del VIH es un crimen similar a lo que hicieron con adultos y niños enfermos de cáncer.  Fidelistas y duartistas le perdieron el miedo al castigo divino.

 

En fin, el tema del VIH- Sida al ser repetido durante 34 años pasó de ser una noticia de primer orden a una información secundaria y muchas veces hasta de la sección de “nota roja”, pero no es tal, pues la pandemia sigue al igual que  tragedia de miles. Es una realidad que ya no se quiere ver. Hay una fórmula de cuatro ingredientes para que en Veracruz se supere y se luche con eficacia contra el VIH-Sida.  En primer lugar la información, en segundo los exámenes clínicos —ahora les llaman “test”—, en tercer lugar seguir el tratamiento clínico y en cuarto amarrarle las manos a los funcionarios estatales para que no se roben el dinero para los medicamentos.

 

LOS BELLACOS

 

“Veracruz ya cambió” pregonaba el gobernante en turno el pasado 15 de noviembre durante su informe anual, pero sólo ha cambiado en el discurso. Ayer por segundo día consecutivo, trabajadores jubilados tuvieron que salir a las calles para exigir el pago de su pensión y además la entrega del bono anual que se los retuvieron desde el 2014. Son alrededor de mil 600 personas que se movilizaron reclamando sus mensualidades de 2 mil a 5 mil pesos.

 

Claro, esas  cifras son irrisorias si se comparan con los ingresos quincenales de los funcionarios estatales, los diputados o los alcaldes. Por ejemplo, un diputado local gana en una hora las pensiones de diez jubilados. El Gobernador en una hora cobra lo de 30 jubilados y un secretario de despacho lo de 15 pensionados. 

 

Y  no se conforman con ganar esos sueldos fabulosos, sino que además hurtan las cuotas de los trabajadores del Instituto de Pensiones del Estado (IPE). Han saqueado al organismo y ahora no alcanza para cubrir lo esencial que es el pago de pensiones miserables para la mayoría de los jubilados —pues hay una élite de ex funcionarios estatales y de compadres del poder que perciben pensiones millonarias—. ¿No es despreciable tal acción? ¿No es una bellaquería la del director del IPE, Armando Adriano Fabre que engaña a los ancianos con falsos depósitos bancarios?

 

Ayer, los jubilados volvieron a salir a las calles, pero faltó algo en el ambiente. ¿qué… qué?. Ah, que el gobernante en turno ordenara a su secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez, echarles la caballería, azotar a los ancianos con los toletes de los policías y las manoplas de los agentes vestidos de civil que entrenan en la Academia Estatal de Policía en El Lencero, tal como hicieron recientemente con los maestros. Los jubilados que reclaman sus pensiones se han ganado una buena paliza por echar a perder la frase dorada de la prosperidad gobernante: “Veracruz ya cambió”. Los bellacos de Palacio de Gobierno están enojados con ellos.

 

LOS PRECIOSOS

 

Los “preciosos andan sueltos” podría titularse la obra. El ex gobernador de Puebla, Mario Marín Torres (2005-2011) se paseó ayer por la zona conurbada Veracruz-Boca del Río como si nada hubiera quedado a deber. Bautizado como El Gober Precioso por el empresario textilero Kamel Nacif Borge quien le pidió encarcelar indebidamente a la escritora Lidia Cacho, autora del libro Los demonios del Edén en el que involucra a ese empresario junto con Jean Succar Kuri, en redes de pederastas,  Marín Torres se ha movido en las sombras desde que dejó el poder estatal.

 

Y lo dijo él mismo cuando lo abordaron los reporteros en un restaurante público donde se reunió con empresarios españoles: “hay que saberse guardar cuando es necesario”. Claro, se refiere a no seguir en política activa porque el señor se exhibe con toda la impunidad en el mundo empresarial y hasta regentea una notaría pública en la capital poblana. ¿No se supone que un notario  debe de ser una persona con holgada solvencia moral para tener la credibilidad suficiente en dar fe de los actos legales? Cínico como es, Mario Marín dice ser amigo del presidente Enrique Peña Nieto y también del impresentable ex gobernante de Veracruz.

 

Es más, citó al hoy cónsul de Barcelona como un ejemplo de esa generación de políticos que “se guardan cuando es necesario”, pero que no están expulsados de la gestión pública. “Ahí está nuestro amigo que fue tomado en cuenta y hoy es cónsul en Barcelona”, señaló sin empacho. Marín Torres es tan impresentable como el ex gobernante  veracruzano, ambos son parte, —junto con el oaxaqueño Ulises Ruiz— de esa camada inmunda de mandatarios estatales que en su momento se creyeron reyezuelos e hicieron del ejercicio público algo criminal. Ninguno de ellos está en la cárcel pagando sus iniquidades, todos esos “preciosos” andan sueltos, vagando sobre la faz de la tierra para la perdición del dinero ajeno y
el buen gusto.

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