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Llegan curiosos al río de Atoyac

Superiberia

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Atoyac.- Sobre la rivera del río Atoyac, aún corren pequeños brazos de agua, pero ya no con la fuerza suficiente como lo hacía antes de que un socavón se tragara el vital líquido.

A unos 10 kilómetros abajo del Rancho San Fermín, donde se originó el fenómeno natural, en la comunidad General Miguel Alemán, en la cabecera del municipio, los pobladores corrieron hacia el río para verificar lo que se rumoraba, que éste se había secado.

Francisco Román Gaspar, quien tiene 70 años de vivir en el pueblo, mira con tristeza cómo el nivel del agua ha disminuido, calcula, hasta medio metro.

“Ahorita la que está abasteciendo es el nacimiento que hay en Santa Elena, pero será insuficiente. La mayor parte del pueblo se abastece de esta agua”, comenta.

No obstante, el hombre, se dice no asombrado por lo que está comenzándose a vivir, pues hace referencia a un capítulo de la Biblia “donde dice que los ríos se van a secar”.

“Las profecías que están escritas en la Biblia se están cumpliendo. Todo está escrito en la Biblia, los que conocemos la palabra de Dios no debemos espantarnos, porque todo esto se ve venir”, agrega.

“No hay que reclamarle a Dios, es su voluntad, si es la voluntad de él que esto (el río) se seque, así será y no debemos de reprocharle”, apuntó.

En cualquier rincón del municipio, así sea la comunidad más alejada, se hace un comentario sobre el fenómeno.

Algunos aseguran que se trató de algo divino, otros de algo sobrenatural. Inclusive hay quienes van más allá y aseguran que esto es obra del mismísimo demonio.

En el poblado de Rancho San Fermín, a cada instante se observa el paso de vehículos o hasta personas recorrer el camino que los lleva hasta el socavón. Se trata de curiosos que, inclusive vienen de otros municipios, para tomar fotografías y  presenciar de manera directa el                 fenómeno.

En contraste, los pobladores se sienten preocupados porque reconocen que el agua se escaseará        muy rápido.

El retumbar del río se ha dejado de oír, el panorama es desolador. Enormes rocas, que han servido para que se almacene un poco de agua, lucen en todo lo largo del río. Diana Díaz Torres, habitante de Rancho San Fermín, aseguró que la fuente del turismo era esta zona, por lo que crece la preocupación pues es una fecha que pueden aprovechar para ganar más recursos, ya que ellos únicamente sobreviven de la cosecha de la caña.

“Mi suegro asegura que años atrás había en esta zona cavernas, pensamos que por eso se está tragando el agua el subsuelo. Estamos tristes porque se está comenzando a morir la naturaleza, los peces”, apunta.

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