Por: Miguel Ángel Cristiani González / columnista
Habría que comenzar por cuestionar si en la realidad de nuestros días se puede seguir celebrando el 7 de junio como el Día de la Libertad de Expresión, porque tal vez debería de cambiarse por la conmemoración del Día de la Libertad de Represión.
Tenemos que preguntarnos si es posible celebrar, cuando el Estado de Veracruz ha sido calificado como uno de los peores lugares de todo el Planeta para el ejercicio libre del periodismo.
Cuando es considerado como el peor sitio de todo el Continente para la libertad de expresión, por el número de periodistas y fotógrafos que han sido asesinados en los últimos años.
Posiblemente lo mejor sería establecer esa fecha como el Día del Alto a la Impunidad, porque es la falta de castigo a los asesinos de periodistas, lo que ha permitido que en Veracruz sea muy fácil matar comunicadores, porque los culpables no son castigados con todo rigor, como debería de ser.
Existe una severa crisis en la libertad de expresión en México, pero en el estado de Veracruz es la más grave, porque a la violencia física contra los periodistas, hay que agregar la también grave situación financiera que sufren la mayoría de las empresas de comunicación.
Recientemente el influyente diario norteamericano The New York Times publicó un amplio reportaje sobre esa crisis en la libertad de expresión en nuestro País.
En el artículo se reitera, algo que ya no es noticia para los veracruzanos, se informa que México es uno de los peores países en el mundo para ejercer el periodismo. Hasta la fecha hay registro de 104 periodistas asesinados desde el año 2000, y otros 25 están desaparecidos y, se cree, muertos. En la lista de los lugares más mortíferos para ser reportero, México está ubicado entre Afganistán, un País devastado por la guerra, y Somalia, categorizado como Estado fallido. El año pasado fueron asesinados once periodistas mexicanos, la mayor cifra durante este Siglo.
Marzo ya fue el peor mes desde que hay registros, según los datos del capítulo local de Artículo 19, grupo que monitorea la violencia contra la prensa en todo el mundo. Siete periodistas fueron baleados en todo el País en marzo y tres de ellos murieron. Fueron asesinados afuera de sus casas, sentados en sus autos, saliendo de un restaurante o mientras hacían un reportaje, por hombres armados que desaparecieron sin dejar rastro.
Pese a ese alarmante panorama, las autoridades han sugerido de manera reiterada que los delitos contra los periodistas no son ataques a la Libertad de Expresión, lo cual quiere decir que no ameritan la participación del Gobierno Federal. Los investigadores federales han revisado 117 casos de asesinatos de periodistas desde el 2000, pero sólo decidieron investigar ocho. De esos, ha sido resuelto uno.
En los últimos años, en que se han elevado considerablemente las cifras de periodistas muertos en el estado de Veracruz, lo más recurrente por parte de las autoridades estatales es salir a declarar que lamentan el ataque a la libertad de expresión, que se habrá de investigar hasta sus últimas consecuencias y en el peor de los casos, se apresuran a señalar que el asesinato de un periodista no está relacionado con su labor de comunicación, sino que se debe a otras actividades.
En lugar de investigar, las autoridades se apresuran a descalificar a los periodistas y de esa manera justificar su incompetencia e incapacidad para detener y castigar a los culpables.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, emitió una decisión en marzo que dicta que todos los delitos contra los periodistas deben enviarse a los Tribunales Federales. Sin embargo, la decisión de la corte todavía no es vinculante y sólo aplica para delitos nuevos, lo cual quiere decir que una gran cantidad de casos se quedarán en los tribunales locales, donde actualmente están. Éstos cuentan con pocos recursos y son muy vulnerables a la corrupción.
De todos los asesinatos de periodistas en el Estado de Veracruz, posiblemente el caso más emblemático y el que motivó una lucha por parte de los comunicadores es el de la corresponsal de la revista Proceso, Regina Martínez.
Recordamos a Regina Martínez como una de las más aguerridas reporteras veracruzanas, desde los años 80, cuando trabajamos en la redacción del recién cerrado diario Política.
Regina es reconocida como un ejemplo de reportera, que nunca tuvo miedo de cubrir los temas y problemas más agudos, en los que se trataba de denunciar los vínculos de la delincuencia y la política.
Tal vez no haya otro caso más simbólico de la lucha de los periodistas mexicanos en Veracruz que la de Martínez, corresponsal de la revista, un baluarte del periodismo independiente y una revista que históricamente ha tenido una postura crítica hacia el Gobierno a nivel local y nacional.
Regina fue encontrada en el piso del baño de su casa, con golpes y signos de estrangulamiento, desde la noche del 28 de abril de 2012, casualmente, un día después de que se publicaran artículos suyos sobre la misteriosa muerte de un político y otro más sobre el arresto de nueve policías que trabajaban para la delincuencia.
Todos los que conocimos a Regina Martínez sabemos que era una periodista aguerrida y respetada. Por eso tal vez el mensaje de su muerte haya sido: Si pudieron matarla a ella, entonces nadie está a salvo.
Entonces, posiblemente sería mejor empezar a pensar en cambiar la fecha del 7 de junio como el de la Libertad de Expresión, por la fecha en que fue asesinada Regina Martínez el 28 de abril, como el Día de la Represión a la libertad de prensa.