in

Les puso el mismo nombre a sus hijos

Superiberia

 Por: Catón / columnista

La Trabajadora Social se sorprendió cuando Doña Fecundina le dijo que era madre de 10 hijos. Le preguntó: “¿Cómo se llaman?”. Respondió la prolífica señora: “Se llaman Juan, Juan, Juan, Juan, Juan, Juan, Juan, Juan, Juan y Juan”. La visitante se asombró aún más: “¿Por qué les puso a todos el mismo nombre?”. Explicó la mujer: “Porque así no batallo para llamarlos. Grito: ‘¡Juan!’, y vienen todos”. Inquirió la trabajadora: “¿Y cuando quiere llamar a alguno en particular?”. “Lo llamo por el apellido -contestó doña Fecundina-. Todos tienen apellido diferente”… “La y los gobernadores de las 31 entidades federativas…”. Así principia el texto que los integrantes de la Conago (Conferencia Nacional de Gobernadores) hicieron publicar en apoyo al presidente Peña Nieto después de su enérgico mensaje  a Trump. Si bien algo reñida con el buen decir la frase me sirve para destacar la inequidad que asoma en ella. He aquí que entre esos 31 gobernantes solamente hay una mujer, Claudia Pavlovich, Gobernadora –excelente, por cierto- de Sonora. Más claramente no puede evidenciarse el retraso que existe en México en lo que atañe a la igualdad que debe haber entre la mujer y el hombre. Desde luego en otros países se observa igual desproporción, pero en el nuestro es claro que las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres, y deben esforzarse mucho más para alternar y competir con ellos, tanto en el ámbito laboral privado como en el servicio público. He de decir que no soy partidario de las cuotas de género en política. Pienso que los cargos de autoridad y representación deben ganarse por méritos personales, sin importar que quien aspira a ellos tenga pene o vagina. Pero un dato como el que salta a la vista en el texto que he citado nos debe llevar a hacer una concienzuda revisión de la situación de la mujer en nuestra sociedad… Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, acudió a la consulta de un médico especializado en traumatología y le contó su caso. “Doctor: todas las noches sueño a tres bellas mujeres. Una es rubia, otra morena y la tercera pelirroja. Las tres son dueñas de opimas exuberancias anatómicas tanto en la parte anterior como en la posterior. Vienen a mí, desnudas; bailan con sinuosos movimientos de odalisca o hurí, y luego se me ofrecen, voluptuosas y lascivas, para hacer un pompino entre los cuatro”. “Disculpe usted –lo interrumpió el facultativo-. ¿Qué es eso de ‘pompino’?”.  Respondió Afrodisio: “Se llama ‘pompino’ al acto sexual en el que participan varias mujeres y un hombre. El término, perteneciente a la jerga del bajo mundo de la Ciudad de México, lo registró a mediados del pasado Siglo el coahuilense Armando Jiménez en su ‘Tumbaburros de la picardía mexicana”, travieso libro que sacó a la luz la insigne y benemérita Editorial Diana”. “Estimo en mucho su información -agradeció el galeno-.

Para corresponder a ella le haré un descuento del 2 por ciento en mis honorarios. Pero continúe su relato, por favor”.

Siguió Pitongo: “Lejos de aceptar la invitación de las tres hermosas féminas yo las rechazo. Las detengo y empujo con los brazos. Ellas se van, burladas y burlonas. Entonces yo despierto, irritado y mohíno por no haber gozado, siquiera en sueños, esos cuerpos de lujuria y tentación”.

“Perdone que lo interrumpa otra vez -indicó el médico-. Creo que lo que usted necesita es un psiquiatra. Yo soy traumatólogo”. “Precisamente, doctor –replicó Afrodisio, ansioso-. Quiero que me enyese y entablille los brazos para que no pueda yo rechazar a esas mujeres”… FIN.

CANAL OFICIAL

DE TERCERO A TERCERO

Resumen Meteorológico 09 de Abril 2018